-T R E S-

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El amanecer en el campus siempre traía consigo una sensación de renovación, pero esta mañana se sentía diferente. Había una electricidad en el aire, una expectación que hacía vibrar cada fibra de mi ser. Mientras caminaba hacia la casa de Nano, los primeros rayos de sol iluminaban el camino, creando un halo dorado que parecía presagiar cambios significativos. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, una mezcla de esperanza y ansiedad que no podía ignorar.

Al llegar a la habitación de Zac, noté un movimiento en la cama. Mi respiración se detuvo por un segundo, y me acerqué con cautela, mi corazón retumbando con cada paso. Zac estaba despertando. Sus párpados se movieron lentamente, como si estuviera luchando por salir de un sueño profundo. Finalmente, sus ojos se abrieron, ajustándose a la luz del día que inundaba la habitación.

—Zac... —murmuré, mi voz temblando de emoción y temor.

Sus ojos, aunque aún nublados por el sueño, se enfocaron en mí. Una débil pero genuina sonrisa apareció en su rostro, iluminando sus facciones.

—___________... ¿eres tú? —su voz era rasposa, pero llena de vida, y esas pocas palabras fueron suficientes para hacerme sentir como si el peso del mundo se hubiera levantado de mis hombros.

—Sí, soy yo, Zac. ¡Estás despierto! —dije, conteniendo las lágrimas de alegría que amenazaban con desbordarse.

En ese momento, la enfermera entró rápidamente, alertada por el monitor que indicaba la recuperación de Zac. Nano, había estado esperando fuera de la habitación. Al escuchar la conmoción, se precipitó adentro, con una sonrisa tan grande que parecía que su rostro no podría contenerla.

—¡Zac, maldito mocoso! ¡Estás de vuelta! —exclamó Nano, casi saltando de alegría.

La enfermera, una joven de cabellos castaños y ojos cálidos, se acercó para revisar a Zac. Su presencia era reconfortante, y pude ver en sus ojos un brillo especial cuando miraba a Zac.

—Hola, Zac. Soy Clara, he estado cuidando de ti durante estos meses. Me alegra mucho verte despierto —dijo, su voz suave y llena de emoción contenida.

Zac la miró con curiosidad y una chispa de reconocimiento pareció pasar entre ellos.

—Gracias, Clara. No sé cómo agradecerte lo suficiente —dijo Zac, su voz aún débil pero llena de gratitud.

Clara sonrió, y por un momento, pareció que todo el mundo desaparecía, dejando solo a Zac y a ella. La conexión entre ellos era palpable, y supe en ese instante que Clara no solo había cuidado de Zac como paciente, sino que había desarrollado sentimientos profundos por él.

Después de confirmar que Zac estaba estable, la enfermera nos dio un momento a solas. Me senté al lado de la cama, tomando la mano de Zac, sintiendo su calidez y la fuerza que volvía poco a poco.

—¿Qué pasó? ¿Cuánto tiempo he estado fuera? —preguntó Zac, tratando de incorporarse con dificultad.

—Ha sido un par de meses. Tuviste un accidente, pero lo importante es que estás bien ahora —expliqué, mi voz temblando de emoción contenida.

Zac asintió lentamente, procesando la información. Sabía que tendríamos que hablar sobre todo lo que había sucedido, pero por ahora, solo quería disfrutar de este milagro.

En ese momento, la puerta se abrió y Yuta entró, su presencia llenando la habitación con una energía positiva. Se acercó a la cama de Zac, su sonrisa radiante.

—¡Zac, hermano! ¡Es genial verte despierto! —exclamó, dándole una palmada en el hombro.

Zac sonrió débilmente, su fuerza aun volviendo.

SECRETO DE DOS💓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora