Capítulo 1

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Era muy entrada la noche y yo estaba volviendo a mi casa en tren, triste como nunca por algún motivo sin sentido. El vagón estaba casi vacío: solo había un chico, un hombre pobre durmiendo, y tres borrachos hablando fuerte, bromeando y, cada tanto, mirando al chico de una manera que me resultó desagradable. No me gustaban para nada. Desvié la mirada para no provocarlos por mi insistente escrutinio y, aburrido, me dediqué a analizar al chico.

Era muy lindo: tenía el pelo castaño oscuro, corto y rebelde, con cada punta señalando en una dirección diferente. Un pequeño flequillo al costado caía sobre su frente llegando casi hasta la mitad de ésta. Sus labios gruesos te invitaban a probarlos y descubrir su suavidad, y sus ojos grandes lo hacían parecer alguien inocente. Su figura era delgada y proporcionada, y vestía muy bien.

Me sonrojé levemente al notar que me había descubierto en mi pequeño estudio de su persona: me estaba mirando. Mis ojos se encontraron con los suyos y me disculpe con un breve gesto de cabeza, que probablemente no entendió. Desvié mi vista hacia la ventana.

En ese momento escuché pasos irregulares y unas voces que arrastraban las palabras. Volví a mirar para su lado y noté que los hombres se habían acercado al tierno chico y le habían empezado a decir cosas vulgares, intentando tocarlo por todos lados. Él chico forcejeaba, intentando alejarlos, desesperado y angustiado, pero ellos eran tres y mucho más fuertes que él.

A pesar de mi poca experiencia en peleas, algo dentro de mí me impidió ignorar lo que estaba sucediendo y no dudé en intervenir.

─ ¡No lo toquen!─ exclamé ─O se las verán conmigo.

Los hombres se empezaron a reír a carcajadas y se acercaron a mí de modo amenazante. Uno de ellos alzó una mano, convirtiéndola en un puño y rápidamente la acercó con violencia a mi cara. La esquivé y le golpeé una mejilla con fuerza, logrando que se tambalee un poco. Miré al segundo hombre y, en una increíble demostración de técnica y habilidad que ni yo sabía que poseía, pude arreglármelas para golpearlo en el estómago. En mi pequeño festejo interno por haber logrado golpear, pero no derrotar, a dos de ellos, no vi venir al tercer hombre que me pegó con el puño en la cara, derribándome. Estando yo en el suelo comenzó a patearme el estómago. Dolía mucho, pero no hubiera soportado ver como ese chico, con ojos brillantes e inocentes lleno de sueños como se veía, sufriera algo así.

El tren frenó en una estación, y los hombres salieron corriendo, ayudándose entre sí, aparentemente asustados por ser atrapados por algún guardia de seguridad.

─ Muchas gracias por eso─ dijo el chico, asomándose de abajo del asiento donde se había escondido ─¿Estás muy herido?
─ ¿Yo? Estoy perfectamente...─ respondí sonriendo como tonto y sintiendo un sabor metálico en mi boca.
─ Te sale sangre del pómulo, del labio y de la nariz─ señaló ─Estás respirando muy mal y hablas raro. ¿Vives muy lejos?─ se acercó y se sentó en el suelo a mi lado.
─ No...─ Lo imité con algo de dificultad, sentándome en frente suyo. Miré el cartel electrónico que indicaba las estaciones para ver dónde estábamos ─Queda a unas cuadras de la próxima estación...
─ Te acompaño a tu casa entonces─ Lo miré confundido. No sentía dolor, sólo un leve cosquilleo en la mejilla. Me toqué la cara y palpé algo húmedo, para luego mirar mi mano embadurnada con sangre. Al ser consciente de lo que tenía, empecé a sentir el dolor que debería haber sentido antes.
─ No hace fal...─ quise hablar con una mueca.
─ Estas así por mí culpa, quiero ayudarte a que llegues bien y a hacerte las curaciones necesarias─ dijo muy seguro.

Acepté con una sonrisa que me costó muchísimo hacer: Ahora me dolía todo el cuerpo pero no importaba porque él me hablaba. Y era hermoso. Más hermoso que cualquier chica o chico que haya visto antes.

Shelter [KaiSoo / SooKai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora