Ya hacía 7 años que Nezumi y Shion se habían separado. Un simple beso marcó el momento en el que el mayor se alejaría para cumplir su sueño de ser artista y el albino no se veía con la suficiente autoridad para decirle que se quedara a su lado, aunque claro estaba que para Shion iba a ser difícil olvidarle.
Un día despertó aburrido y cansado de la monotonía que su trabajo le ofrecía y se preparó para ir a este. Le gustaba su trabajo, aunque sentía que le dedicaba demasiado tiempo, debido a que nadie le esperaba en casa. Nadie excepto un gato de actitud pasiva llamado Eve. Tras asearse salió de la ducha con una simple toalla atada a la cintura, pacientemente secó todo su cuerpo y se puso ese traje de oficina tan simple y aburrido. Se miró al espejo y recapacitó unos segundos, un golpe en el pecho le hizo mirarse a si mismo con cierto asco, nunca había sentido algo así, pero gracias a eso sabía que era momento de cambiar. Con la mayor rapidez posible se deshizo de ese traje y se dispuso a cambiar su vestimenta, a ponerse unos vaqueros rotos con una camisa blanca larga y su chaqueta preferida, la cual pertenecía a Nezumi. Seguramente si lo viera aún con esa chaqueta empezaría a reír y a decir lo mal que le quedaba y lo bien que le sentaba a él, porque él era así, sarcástico y directo. Shion sólo quería salir a despejar su mente ya que desde que despertó no paraba de pensar en Nezumi y se sentía raro ya que hacía tantos años que no sabía nada de él, pero una sensación en su pecho no paraba, más bien aumentaba cada segundo... Cuando al fin se dio cuenta de donde estaba miró a su alrededor y se encontraba en un parque lleno de grandes árboles y flores por todos lados, se escuchaban risas, gente charlando, niños jugando y lo más doloroso para él, parejas demostrandose mucho amor entre ellos... decidió ignorar este último grupo, se sentó en un banco y sacó su teléfono móvil. "Shion..." escuchaba una voz que ya había oído antes, le resultaba tan familiar que no era capaz de recordar de quien provenía. Rápidamente se levantó del banco casi de un salto y miró a todos lados, quedando de piedra al verlo. El corazón de Shion dio un vuelco, latía a demasiada velocidad, tanta que sentía que iba a explotar. Aún sin acercarse a esa persona que tanto tiempo estuvo esperando comenzó a llorar, llegó el momento que había esperado por tantos años. Nezumi se acercó lentamente a Shion y lo abrazó sin reparos, el albino correspondió lo ms fuerte que pudo, rezando porque no fuera un simple sueño o una broma de mal gusto. Cuando por fin se recuperó, ambos se encontraban ya caminando en dirección a la casa del menor, cogidos de la mano y hablando de lo que había ocurrido en todo ese tiempo.Pues al final conseguí ser actor, aunque mi única motivación era el poder ganar lo suficiente para poder venir a por ti... me ha costado algunos años... pero ya estoy aquí -entrelazo sus dedos de forma de segura con los de Shion y este último le regaló una sonrisa. Cuando llegaron a casa del peliblanco, entraron y Nezumi sin dudarlo lo empujó suavemente hasta una pared y le cogió del mentón- no he estado con nadie... esperándote a ti, y no sabes que ganas tenía de hacer esto.
Le dio un dulce pero apasionado beso, cogiéndolo en brazos a la vez y llevándolo hasta el sofá. Lo tumbó cuidadosamente y le quitó la camiseta, mirando esas marcas que le salieron años atrás en la piel, las acarició con cuidado y se acercó al oído de Shion "no sabes cuanto me excita tenerte así" ronroneó a su lado. Volvió a besarlo y poco a poco se fue abriendo paso con la lengua hasta la boca del albino, empezando a jugar con su lengua y haciéndolas bailar al ritmo de los latidos de sus corazones, que palpitaban nerviosos. Sus manos se deslizaron por el pecho del joven y sus labios bajaron poco a poco hasta los pezones, empezando a estimularlos con la lengua. Shion soltaba algún que otro gemido, aunque solo llegaba a taparse la cara con tal de que Nezumi no lo viera en esa postura tan vergonzosa.
La mano del mayor siguió bajando hasta el pantalón del peliblanco y se infiltraron entre su ropa interior para llegar a su miembro, Nezumi sonrió satisfecho al palpar ese bulto que solo él conseguía producir en su chico, y que como era evidente solo Shion podía producirle a él. Comenzó a masturbarle mientras le miraba fijamente, esperando poder ver su cara de placer en algún momento. La temperatura de la habitación subía y la ropa comenzó a estorbar, la del más joven no tardó en tocar el suelo y mirando todo su cuerpo desnudo, el mayor no pudo evitar morderse el labio inferior.Shion... lo siento, no puedo esperar... -cogió las piernas del joven y las levantó, en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba en su interior. Se sentía cálido y apretado, cosa que lo excitaba aún más. Los gemidos del albino eran sonoros, bastante, tanto como los de Nezumi al realizar esas embestidas al mover las caderas, sentía un vínculo con Shion en ese momento y quería que durara para siempre. El menor jadeaba aferrándose al sofá, que ya estaba lleno de sudor y lágrimas, se perdía entre la lujuria y deseaba cada vez más. Intentaba formular palabras que se ahogaban en suspiros para expresar lo mucho que había echado de menos a su compañero.
Shion... no puedo más... -el peliblanco le respondió con un último gemido, haciendo que los dos dejaran salir su esencia y el mayor cayó rendido sobre el otro, recostándose sobre su sudoroso pecho. Shion pasó los brazos por su espalda y cerró los ojos con miedo- tranquilo amor... no volveré a irme -susurró Nezumi tranquilizándolo antes de dejar un suave beso sobre sus labios.
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