ANTES
La tierra estaba dando sus últimos respiros y todos lo sabíamos, aunque la mayoría decidía no admitirlo. Habíamos abusado de sus recursos por miles de años sin retribuirle nada, como si el fin fuera algo distante o imposible, de película. Poco sabíamos o, mejor dicho, no nos importaba, que ese fin sí existía y estaba en nuestras propias manos.
Era el año 3040 y estábamos acabados por propia negligencia. Ya casi no había recursos, solo para nosotros los de clase alta y los precios que había que pagar eran exuberantes. El resto, los indigentes, los marginales, no sé cómo sobrevivían, pero los veía inundar las calles pidiendo limosnas, comida o cualquier cosa. Eran invisibles, eran los olvidados, los que nos recordaban el daño que habíamos hecho y que no podíamos arreglar. Fue ese año que una noticia nos paralizó: la existencia de inteligencia superior.
Estos seres nos habían estado espiando por años y habiendo deducido nuestro fracaso en la Tierra, habían creado un sistema que podría ayudarnos. Habían logrado clonarnos y dar a nuestros dobles personalidades distintas a nosotros, características nuevas que ayudaran a recuperar la Tierra. Y nosotros podíamos fusionarnos con nuestros dobles, ser uno. Y mejor.
Al principio costó que la sociedad lo aceptara, no creíamos que existieran seres más ineteligentes que nosotros pero poco a poco estas nuevas fusiones fueron inundando las calles. Se notaba la diferencia y cómo de a poco se iban sanando cuestiones de nuestra sociedad que creíamos inevitables y perdidas: las guerras cesaron, los países comenzaron a intercambiar bienes e información, disminuyó el número de indigentes. Las fusiones tenían buenas intenciones e ideas para mejorar la situación. Y pronto el daño que habíamos causado parecía tener solución, siempre y cuando continuaramos con las fusiones.
A mí no me causaba interés, no estaba interesada, pensaba que podía ayudar así como estaba, quería que las cosas cambiaran y haría todo lo posible por ayudar y eso me parecía suficiente. No necesitaba la fusión. En cambio, mis amigos sí.
Vivíamos los cuatro juntos, mis tres amigos y yo. Recuerdo que habían decidido fusionarse juntos y luego aparecieron días después, cambiados. Sus apariencias físicas eran exactamente iguales pero no sus personalidades: su forma de hablar, de moverse, de mirar, todo era distinto. Las personas que tanto había querido, habían desaparecido y habían sido reemplazados por desconocidos. No eran malos, solo... distintos.
Esa noche, antes de irme a dormir, recuerdo haber pensado que las fusiones de mis amigos me desalentaban aún más a querer fusionarme. No estaba dispuesta a perderme, a dejar que otro alguien me reemplazara, incluso si tenía buenas intenciones. No. Nunca me fusionaría.
Nunca.
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Ciudad de Mariposas
Science FictionLa tierra estaba dando sus últimos respiros y todos lo sabíamos, aunque la mayoría decidía no admitirlo. Habíamos abusado de sus recursos por miles de años sin retribuirle nada, como si el fin fuera algo distante o imposible, de película. Poco sabía...