Uno.

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El rumor que en los últimos días los marinos hicieron circular por las calles de aquella ciudad portuaria, fue confirmado. Muchos aseguraron que en uno o dos días llegarían tres barcos piratas a las costas. Habían pasado unas dos semanas desde que una embarcación pirata tocó tierra en el puerto, atacando, saqueando y secuestrando mujeres a cambio de una absurda cantidad de monedas de oro.


El puerto no era tan grande y eso hacía que la economía no fuera a mejor. El rey no se preocupaba de una pequeña isleta que en la mayor parte de los mapas ni siquiera aparecía.


Era muy usual que piratas llegaran a esas costas y robaran a los pobladores o se llevaran a las mujeres a cambio de dinero, y en el menor de los casos, hacían fiestas y destrozos toda la noche en la única taberna que existía en la zona. Por lo regular no tenían vigilancia, ningún marino o militar permanecía más de un día en el puerto por temor a ser matados en manos de los piratas.


Hacía unos años, la seguridad en el puerto no era un problema, pues el lugar estaba lleno de militares listos para defender a su gente y acabar con delincuentes, pero entonces, un grupo grande de piratas tocaron las tierras de la Isla de las Cruces y se desarrolló un enfrentamiento tan sanguinario, que los piratas no dejaron vivo ni a un solo militar. Los piratas se encargaron de desaparecer a todo aquel hombre que se les pusiera en el camino y muy poca gente sobrevivió, dejando a la ciudad totalmente vulnerable para cualquiera pirata que quisiera llegar al puerto.


Do KyungSoo era apenas un niño de cuatro años cuando sucedió el ataque, poco recordaba de este, pero jamás olvidara la manera en que su padre, un hombre parte de la marina, luchó hasta su último aliento. Dejando a su esposa, su hijo mayor y su pequeña hija recién nacida, desamparados.


Todo el pueblo había guardado un odio y rencor enorme contra aquellos maleantes que les habían destruido la ciudad entera. Todos creían que los piratas eran los seres más despreciables en el mundo y KyungSoo no estaba en desacuerdo con aquella idea.


Su madre se los había advertido millones de veces; "no te acerques a un pirata", pero KyungSoo necesitaba de un pirata en esos momentos, era la única forma de regresarle la paz a su progenitora.


+++


El sol se había ocultado más rápido de lo que normalmente lo hacía, tal vez era porque tres embarcaciones piratas habían llegado a las costas. Los ciudadanos habían hecho un toque de queda, resguardándose en sus hogares, cerrando antes sus negocios y apagando toda lámpara que poseyeran.


KyungSoo había logrado escabullirse de su casa y llegar hasta la taberna dónde era el único lugar con las lámparas encendidas en todo su esplendor y el ambiente era ruidoso, lleno de festejo.


Cientos de piratas se encontraban celebrando, fornicando con cualquier damisela que se les atravesara, bebiendo licor como si no hubiera un mañana y cayéndose al suelo totalmente borrachos.


KyungSoo respiró profundo, en sus diecisiete años de vida jamás había visto algo así. No sabía nada de piratas, ni quién podría ser Capitán de alguno de los tres navíos atados al muelle. En realidad no tenía un plan bien establecido, simplemente había llegado hasta la taberna con la esperanza de seducir a algún pirata para que este lo ayudara.

The Diamond [KaiSoo]Where stories live. Discover now