Chapter2:-
Tres semanas después...
12:00 pm.-¿Te encuentras bien?-la rubia a su izquierda le colocó una mano sobre su hombro preocupada.
-Sólo un pequeño mareó, no te preocupes.-le sonrió con dificultad.
-Chaeng, si te sientes enferma puedes irte a casa.-le aconsejó la pelirroja.
-No Jisoo.-negó.-Debo seguir trabajando.
-Ya es hora de comer, vamos al comedor.-dijo la castaña.
-Por fin, tengo mucha hambre.-se estiró sobre la silla y se levantó primero.-Vamos niñas.-las dos restantes asintieron.-¿Chae, vienés?
-Después.
Ellas se miraron entre sí. Y sonrieron cómplices.
Fueron hasta la pelinaranja, y la tomaron de los brazos obligándola a levantarse.-Niñas, es en serio. No tengo apetito.
-Patrañas.-gruñó la rubia.-Hace sólo quince minutos, te levantaste para ir a la máquina de golosinas.
-Pero... -trató de decir.
-Nada.-la contradijeron.-Nos vamos. Ahora.
Prácticamente. Se la llevaron a rastras.
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-Uuh, esto se ve muy delicioso.-comentó la mayor.-Por mí. Me lo comería todo.
-Lo sabemos Jisoo, lo sabemos.-dijeron al unísono para luego reírse a carcajadas.
-Envidiosas.-gruñó.
El olor del lugar la estaba mareando.
Se notaba a leguas que no se sentía bien. Las náuseas de esa la mañana, habían regresado con más fuerza.Se levantó sorprendiendo a las comensales, y salió literalmente corriendo del comedor.
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Sus arcadas eran sonoras como para ignorarlas.
Todo lo que había consumido las horas pasadas, se habían ido por el desagüe.Se miró al espejo. Se miraba horrible.
Tenía oscuras y marcadas ojeras, bajo sus chocolatosos y brillantes ojos. Demacrada. Al punto que sin su maquillaje, espantaría a todo el mundo.Salió del cuarto de bañó. Y para su sorpresa, chocó con un fuerte y duró torso, causándole que tropezará.
Él la tomó de la cintura prohibiéndole caer.
-Gracias.-musitó.-Iba algo distraída... -dijo para después percatarse de quién era.-Jimin... ¿qué hacés aquí?
-Estaba preocupado.-confesó.-Estás pálida. ¿te estas alimentando bien?-acuno el pequeño rostro entre sus manos, causando que ella se sonrojara.
-Estoy bien.-se des hizo de las manos masculinas.
-No me escondas nada. Sé cuando mientes.-le tomó de la barbilla obligándola a mirarle.
-Hace unos dias he estado enferma.-confesó.-Iré al médico...
-Yo iré contigo.-dijo rápido.
-No hagas eso. Nosotros...
-Ya lo sé.-dictaminó.-Pero soy tú jefe de equipó, lo menos que puedo hacer es saber lo que tienes. ¿no?