Isabel y Manuel sonrieron al entrar en el salón de los Mijares, lleno de juguetes.
José estaba rugiendo como un león mientras su nieto José Manuel se partía de risa.
Pilar miraba al abuelo y al niño con cara de felicidad.
—¿Algún problema? —preguntó Isabel.
—No, qué va. Jos es un ángel, el niño más bueno del mundo. ¿Qué tal la cena?
—Muy bien —contestó Manuel, tomando a su hijo en brazos—. Tenemos noticias, por cierto.
—¿Noticias?
—Vamos a tener otro hijo —anunció Manuel, orgulloso.
—¡Qué maravilla! ¿Has oído eso, José? Vamos a tener otro nieto.
—¡Es la mejor noticia que podíais darnos! —exclamó el mayor de los Mijares.
Pilar abrazó a su nuera con cariño.
Nada que ver con la frialdad y la falsedad del pasado. Habían tardado meses en conseguirlo, pero al fin.
No asistieron a la boda, pero todo eso había quedado atrás.
Además, Isabel sólo quería ver a una persona en la iglesia y esa persona acudió con una enorme sonrisa en los labios.
Manuel.
Su marido.
—Mami, el abuelo dice que vamos a ir al zoo —le contó su hijo.
—¿Al zoo, en serio?
—¿Cómo hace el león, Jos? —preguntó José Mijares—. Grrrrrrrrrrrrr...
Riendo, el niño escondió la cara en el cuello de su padre, mientras Manuel e Isabel se miraban, divertidos.
Su sonrisa era para ella y sólo para ella.
Isabel conocía muy bien ese mensaje.
Decía: te quiero.
Saquen los pañuelos!!!
😭😭😭😭😭😭😭
