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Edward Elric sabía muy bien que su hermano menor poseía muchos pretendientes, no era de extrañar si su pequeño hermano era bastante atractivo

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Edward Elric sabía muy bien que su hermano menor poseía muchos pretendientes, no era de extrañar si su pequeño hermano era bastante atractivo.

Sus mirada que transmite una nobleza sin igual, su melena bañada en oro, su radiante sonrisa, todo en el es la definición de perfecto.

Es por eso que se había jurado a sí mismo encontrar a la pareja que fuera ideal para su pequeño Alphonse; gracias a esto realizaba antes una pequeña evaluación para saber si alguien tenía el derecho de siquiera respirar el mismo aire.

Su pareja debía ser:
atractivo, inteligente, con sentido del humor, romántico y leal.

Por desgracia aún no había nadie adecuado.

—¿Por qué nunca aceptas a nadie? —cuestionaba el menor con el ceño levemente fruncido.

No es como si no le doliera el rechazo de su hermano hacia sus parejas pero debía escucharlo antes.

—¡No son los indicados! —levanta la voz a la defensiva, Alphonse no entendía el peligro del mundo.

Ninguno de los dos decía nada, solo se miraban, esperando que uno de ellos diera su brazo a torcer.

Y fue Edward.

—Uh, mereces alguien mejor —reveló desviando la mirada.

—¿Cómo quien? —inquirió cruzando los brazos a la altura de su pecho.

—Alguien que cumpla estos requisitos —balbuceó antes de entregarle una pequeña lista al tiempo que se formaba un rubor en su rostro— Si es capaz de cumplir estos requisitos, ten por seguro que lo aceptaré.

El menor de los Elric encaró una de sus finas cejas en señal de confusión, la cual no duró mucho porque mientras leía solo una persona venía a su mente.

Edward Elric, su hermano cumplía todos esos puntos.

Era atractivo, eso no podía negarlo.

Tenía sentido del humor, su hermano era el único que sabía como animarlo cuando no se encontraba bien.

Suele ser detallista, siempre le hacía saber cuanto lo quiere con pequeños detalles.

Era leal, su hermano nunca le haría daño.

No pudo evitar lanzar una sonora carcajada por los pensamientos sin sentido que vagaban por su mente, lo que terminó por colocar más nervioso al mayor.

—¡¿De que te ríes?! —protesta abochornado el mayor.

Sostuvo su estómago y en son de broma soltó un comentario—: Eres un buen candidato.

—¿A qué viene eso?

—¿A qué viene eso?

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Drabbles ;  𝗙𝗠𝗔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora