Sueños.

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-Estaba preocupado, ya que era tarde y seguramente mis padres estaban preocupados, lo único que podía hacer era pensar en una excusa para decirles a mis padres, pero, ¿qué les diría? ¿que un cuervo se me quedo viendo y debido a eso caí en una tienda esotérica y ahí se me fue media tarde?, me convencí a mí mismo de que se me ocurriría algo al llegar a casa y seguí corriendo.

-Al llegar, me di cuenta de que la casa estaba vacía, estaban todas las luces apagadas y la puerta cerrada, me imaginé a mis padres esperándome en un sillón preguntándome que hacia tan tarde en la calle; ese pensamiento me reconfortó, me reí un poco y abrí la puerta.

-encendí las luces y me fije que no había nadie, me pareció extraño, ya que mis padres siempre solían estar temprano en casa, deje mi mochila en una de las esquinas de la casa y pase al comedor, tenia todo el día en la calle, la comida del colegio era pasable, pero no daban unas muy grandes porciones, necesitaba comida moría de hambre.

-Empecé a revisar la cocina en una búsqueda por mi comida, abrí las mágicas puertas del refrigerador recibiendome así con un soplido fresco que me decía, aquí está lo que buscabas, tome unos cuantos huevos, harina y un carton de leche, esa sustancia blanquecina fascinante, le di un sorbo y empecé mi obra, para mí, cocinar no es un simple verbo, es un arte.

-después de un rato, concluí mi obra, unas maravillosas panquecas con miel y moras, me di un banquete saboreando cada matiz de mi artesanía. Había pasado una hora, había cenando y limpiado, se habían hecho las 9 P.m. y aún no habían llegado mis padres, aún seguía algo sudado, así que me dirigí a bañarme; cuando iba subiendo las escaleras me percaté que los barandales tenían los mismos símbolos extraños que habían en el techo de mi cuarto, lo cuál me empezó a desconcertar cada vez más, intente no darle muchas vueltas al asunto y seguí a bañarme.

-Podría pasar horas aquí, me dije mientras las gotas recorrían mi cuerpo, nada como una buena ducha fría después de un largo día, y este en especifico fue uno entre los más largos que he tenido.

-9:15P.m. y aún sin noticia de mis padres, no tenia como llamarlos, aún no ponían la línea y perdí mi teléfono en algún sitio hace tiempo, estaba cansado, así que cerré las puertas con llave y me fui a mi cuarto, en este momento no tenia ganas de leer, no quería enredar mi mente aún más de lo que ya estaba, decidí acostarme.

Y así pasaron los segundos... Minutos... ¿Horas?

Es curioso como pasa el tiempo para un insomne, el tiempo no parece existir, y la noción del tiempo se esfuma del mismo modo que se desvanece la posibilidad de dormir, y de va volviendo una tortura, ya que el sueño te va demoliendo mientras los pensamientos te van comiendo sin nada que hacer.

Suena la puerta de la casa, deben ser mis padres, me levanto a recibirlos como siempre lo hago, ellos son consientes de mi dificultad para conciliar el sueño, así que no les molesta que este despierto a esas horas. Mi padre estaba ebrio, y mi madre a duras penas lograba mantenerlo en pié.

-¿Al parecer tuvieron una linda noche no? Les dije, ayudando a mi madre a colocar a mi padre en uno de los sillones más grandes de la casa.

-Pues sí, tu padre y yo teníamos tiempo sin salir, decidimos ir a un bar muy bonito al que íbamos cuando eramos jóvenes jajaja, recordar es vivir cielo.

-Pero al parecer papá le dio otro significado a embriagarse de nostalgia...

-Sabes como es tu padre, no puede ver un poco de alcohol porque termina... Cómo puedes ver aquí.

¿Déjame adivinar, no puedes dormir? Me dijo mientras acariciaba una de mis mejillas. Aquí traigo algo que me daba tu abuela cuando no podía dormir.

Se saco de la cartera  un pequeño frasco de vidrio oscuro con un gotero adentro, puso algo de agua a hervir y puso unas cuantas gotas en el agua.

¿Qué es eso? Le dije al ver lo que había hecho, del frasco emanaba un olor que no reconocía, era un olor fresco herbal.

-Aquí está, hasta el fondo. Dijo mi madre colocando el liquido en mi taza.

Lo bebí, tome toda la taza, era un poco amarga, pero mi mamá era herbostera, había vivido mi corta vida bebiendo todo tipo de hierbas y brebajes, estaba acostumbrado a este tipo de sabores.

Lo mismo de siempre... Le dije junto a un suspiro.

¿Eso crees? Ve a acostarte.

Con toda la incredulidad del mundo me dirigí a mi cama y me acosté, cerré los ojos y empecé a sentir cosquillas en los pies y escuchar un goteo similar al de un grifo dañado, inmediatamente quede dormido.

Diario De Un Insomne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora