PRÓLOGO

79 9 2
                                    

Siempre he sido un chico al que le ha gustado ir al cine, desde hace cuatro años asisto sin compañía.

El día viernes de aquella semana, como todas las demás, estaba saliendo del cine más que satisfecho por la película que había visto así como de la propuesta nueva de palomitas.

Ya era casi la media noche mientras caminaba dirección a mi casa a ritmo medio. De vez en cuando, miraba al cielo y aprovechaba la oportunidad para sonreírle a las estrellas.

Frío, silencio y oscuridad, tres características que conforman el misterio estaban presentes mientras contemplaba al cielo, hermoso e inefable.

No recuerdo en qué momento decidí detenerme en mi caminata al percatarme de que una de las estrellas más alejadas del conjunto, además de que era la que más brillaba, parecía acercarse...

Así es, al principio creí que era el resultado de una ilusión óptica por estar observándola demasiado tiempo, pero en cuanto ví que en efecto estaba cayendo, no supe qué demonios hacer.

No sé qué cosas y ocurrencias que pasaron por mi mente, sólo sé que todo aquello se desvaneció como el vapor que salía de mis labios al mirar que a unos veinte metros adelante estaba una luz azul.

Era brillante pero no lastimaba la vista, su luz se había extendido demasiado a pesar de que su tamaño era de más o menos cinco metros de diámetro.

Eran tan azul como las estrellas del cielo. En conclusión: una estrella había caído del cielo y lo había presenciado. Tiempo después me daría cuenta que sólo era el fragmento de una estrella.

No estaba loco. Era real, tan real como lo confuso que me encontraba.

Caminé, sin estar del todo seguro sí había ordenado a mi cuerpo que se moviera, hasta quedar demasiado cerca del claro azul.

Las líneas en las palmas de mis manos tomaron un brillo de la misma tonalidad azul, pude sentir incluso a mis ojos brillar.

Y fue entonces que lo hice, los dedos de mi mano izquierda tocaron el claro azul.

¿Qué sucedió después?

Para contar qué es lo que sucedió segundos después, primero debo contar lo que sucedió tiempo después, más bien, un día después.

Lo sé, parece confuso, pero ese es el orden en que debo contar esta historia.

Gracias por haberle dado una oportunidad a mi historia, en verdad que el hecho de que hayas leído el prólogo significa mucho para mí.

Debo aclarar una cosa: hace un año más o menos, escribí una historia llamada "El chico que hablaba con sirenas", en la historia toco el tema de personas con poderes, a quienes lea denomino personas con claro azul.

Tanto aquella historia, como ésta, no están realcionadas. Sólo quería aclarar que en ambas historias me refiero a las personas que usan y tienen poderes como personas con claro azul.

Las tramas son diferentes en definitiva, pero podría decirse que están ambientadas en el mismo universo.

Gracias de nuevo por leer el prólogo y sería bueno que pudieras ambientarte en este universo, al cual me he esforzado en construir.

Te deseo una bonita lectora, además de que cualquier comentario, sugerencia, opinión y corrección, son más que bienvenidos en los comentarios donde los leeré y responderé.

Saludos.

Claro AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora