Experimento 235

.3 Sánchez

Y ahí estaba yo, aparentando ser un humano normal cuando de repente aparece el alfa, EL ALFA. Porque no le era suficiente con haber arruinado mi vida antes, ahora se suponía que tenía qué ¿seguirlo?, ¿Como si le debiera algo? Imposible. Claro que sabía que estaba vivo, su latido siempre era más fuerte que el de los demás pero me había negado a buscarlo, él nos había abandonado, a su manada en las garras de esos seres, los oscuros, o al menos así me había acostumbrado a llamarlos. No merecía el respeto de un alfa.

Me acuesto sobre mi costado y suspiro levemente, ¿Cómo es que no lo entendía? Era una misión suicida todo esto. Habíamos devorado al elfo que sabía a plástico, su piel modificada no era tan avanzada como la nuestra, luego escondí los restos en la basura y nos largamos de ahí. 

Estar en media ciudad tiene sus ventajas, nadie te nota, eres invisible a plena vista y hay innumerables escondites, pero ahora estoy en el techo de un edificio esperando a que alguien me encuentrr y nos asesine con toda probabilidad, sin nada que poder hacer al respecto.

Él sale desde detrás de una de los pequeños compartimentos repartidos al azar, se supone y estaba analizando el perímetro, una vez fuimos amigos, en otra vida, hace muchas lunas atrás, pero el ser que camina hacia mi no es el hombre que conocí, no queda ni un ápice de él en su mandíbula marcada y de rastros afilados, el fuego de la venganza hacía resplandecer a sus ojos aún en la oscuridad que nos rodeaba. Estoy seguro que es un idiota, no es el alfa por su inteligencia, sino por su actitud de liderazgo pero al menos ya no tenía su dije, la cadena de plata ni siquierancolgaba de su cuello, un detalle del cual me había asegurado antes de siquiera seguirlo porque si no ya estaríamos muertos.

Quizá sí sabía lo que estaba haciendo, reprimo un bostezo frunciendo los labios y cierro los ojos empezando a caer en la inconsciencia, no sabía lo que pasaría, pero estaba seguro que al final de todo esto alguno de los dos estaría muerto.