Besar a Ana Guerra

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Mimi salió al escenario con un nudo en el estómago. Su mirada conectó unos segundos con Ana Guerra y sintió que aquel nudo le subía por el esófago. ¿Cómo iba a besar a una artista que admiraba tanto sin sufrir un infarto? Si se acercaba un centímetro más a ella le vomitaría encima. Eso sí que iba a sorprender al jurado. Ni de coña iba a besar a Ana Guerra, qué vergüenza.

«Les gustará ver que te arriesgas», recordó. Se mordió el labio e ignoró todos aquellos pensamientos. Un beso no iba a decidir nada, lo que importaba era el baile y, si no se concentraba en la canción y en lo que estaba haciendo con su cuerpo, bien podría follarse a Ana Guerra sobre ese escenario que ni en broma la seleccionarían.

Mimi se movió alrededor de Ana Guerra y esta no le apartó la mirada de encima. Sus ojos marrones la miraban con tanta intensidad que se estremeció de una forma inesperada. En concreto, sintió un pulso en su bajo vientre que la obligó a ponerse de rodillas sobre el suelo —lo cual no quedó tan mal dentro del baile, menos mal—. Igual no debería pensar en follarse a Ana Guerra en mitad de aquella canción, y menos si ella se había convertido en una femme fatale desde que empezó la canción y la miraba de aquella forma.

Por el rabillo del ojo observó el palco. Habría unas diez personas mirándolas. No escapó a su fugaz examen que Vicky Gómez y un hombre, sentado a su lado, estaban sobre el borde del asiento con la boca media abierta y casi ni pestañeaban. ¿Eso era buena señal?

Camila Cabello siguió cantando y la música sonando y, en mitad de un giro, recordó la lección que le había dado Rafa cuando hizo su primera audición en aquel club nocturno de Santa Mónica: «parece que estás pisando uvas o papas, deja que la música se meta en tu cuerpo y se corra dentro de ti, deja de reprimirte, carajo». Rafa Méndez era muy bruto a veces, pero un profesional de los pies a la cabeza y le enseñó un montón en Los Ángeles.

Mimi se mordió el labio. ¿Quería o no ser parte del maldito cuerpo de baile de Aitana War? Irse de gira le venía de perlas, no solo para su currículum, sino porque necesitaba escapar del país. A la mierda. Mimi se acercó a Ana Guerra y le agarró la mano acercando sus cuerpos con el gesto. ¿Quién no tenía un crush con Ana Guerra? Si es que, además, en persona ganaba muchísimo más y sobre todo metida en el papel de la canción. Fue muy fácil devolverle aquella mirada de deseo y, cuando se separó repentinamente de ella para continuar con la coreografía, juraría que vio las mejillas de Ana incendiarse, pero aquello no podía ser posible.

La canción se aproximaba al final. Después de los primeros intentos, era capaz de aguantarle la mirada a Ana Guerra sin que Mimi se pusiera cachonda en mitad del baile. Ya tenía suficiente con haber llorado en la prueba anterior por acordarse de su ex.

Y ahora llegaba la hora de la verdad. Una cosa era acercarse o mirarla con deseo, incluso tocarla —que le había costado lo suyo—, pero besarla delante del equipo de Aitana War era muy distinto. Ana Guerra le imponía demasiado y a Mimi le entraron los miedos. ¿Y si se molestaban porque besara a Ana? Ella era una estrella internacional, quizá pensaban que aquello no estaba acordado y creían que Mimi estaba pasando por encima de la línea del consentimiento. Lo último que necesitaba era que la denunciaran por agresión sexual. Aunque quizá en la cárcel también podía huir de sus fantasmas. Pero, a ver, si les fuera a molestar que besara a su estrella, Ana no se lo había sugerido, ¿no? A no ser que quisiera joderla porque le caía mal...

«Mimi, basta ya», se dijo a sí misma y la canción acabó en ese momento. Tenía a Ana Guerra delante, con la vista fija sobre ella y algunos mechones de pelo que le caían por la cara, jadeaba. Pues al carajo. Mimi dio un paso hacia ella e inclinó la cabeza sobre la de Ana. Apenas sintió el roce de sus labios cuando Ana cerró cualquier resquicio de aire entre sus bocas. Mimi entreabrió los labios para que no pareciera que estaba besando a su abuela y sintió la mano de Ana Guerra subiéndole por el cuello. De hecho, la agarró por la nuca y le pasó la lengua por los labios. Mimi se estremeció. Volvió a sentir aquel pulso explotar en su bajo vientre porque la lengua de Ana Guerra estaba dentro de su boca y nadie la había besado de forma tan apasionada en meses. Mimi no tenía idea de interpretación, pero o Ana era la mejor actriz del mundo o se estaba tomando demasiado en serio su papel.

—¡Pero menuda fantasía, me cago en mis muertos! —se escuchó la voz de hombre que aplaudía, histérico.

Ana se separó tan rápido que en vez de a Mimi pareciera que estaba tocando aceite hirviendo, y la miró con la mano en la boca, sin poder esconder tras sus dedos una leve sonrisa. Dios santo, Ana Guerra estaba completamente roja. Y, seguramente, ella también porque sentía que sudaba por partes de su cuerpo por las que jamás lo había hecho.

—Ricky, por favor. —Mimi vio cómo Vicky Gómez le agarraba el brazo al hombre que estaba a su lado para sentarlo de nuevo en su sitio—. Córtate un poco.

—Perdón —dijo él—. Muchas gracias, Miriam Doblas. Pasa a la siguiente sala y cuando terminen tus compañeros te diremos qué tal.

Bailar entre tus manos ♫♪ // warmi fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora