12. Game

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Quería golpear a Jihoon, borrarle la sonrisa altanera y soberbia del rostro –por muy atractiva y llamativa que fuera –pero sobretodo, hacer que dejase de hablar y, si no fuese porque sabía por experiencia propia el buen uso que podría darle a sus manos, también se las cortaría.

Para mi propia paz mental, la jornada de trabajo se dio por acabada, todos mis compañeros se habían ido y yo, mientras tanto, masajeaba mis pies en la habitación de taquillas. Estaba tan cansada que sentía como desde la punta de mis dedos de los mismos subían calambres a lo largo de mis piernas.

—¿Cansada? —susurró Jihoon cerrando la puerta a sus espaldas. Caminó hasta tenerlo justo delante, se agachó hasta hincar la rodilla en el suelo y tomó mi pie entre sus manos, masajeando la planta de este con sus dedos. Un gemido casi se escapó de mis labios, se sentía tan bien; sin embargo, aquello solo hubiese alimentado su ego. A pesar de que intenté actuar como si no estuviese afectada, Jihoon sonrió de lado mirando su trabajo. —Espero que hayas aprendido la lección y no vuelvas a intentar jugar conmigo. —dijo mirándome a los ojos. Volvió a actuar como el brabucón que era, retándome a que hiciera lo contrario pero a sabiendas de las consecuencias que aquello conllevaría.

—¿Lección? No sé de qué hablas. —dije mientras que levantaba mi otro pie para que lo masajeara también. Jihoon soltó una carcajada; sin embargo, lo tomó y siguió con su quehacer.

—Lo de hoy fue por lo de la camisa, ahora estamos en empate y no creo que sea bueno meternos en un juego de niños donde ya se sabe quién será el ganador. —Entrecerré mis ojos mientras lo miraba fijamente, pero, ¿quién diablos se estaba creyendo?

—¿Por qué das por sentado que serás tú el ganador? —pregunté cuando tomé su barbilla entre mis dedos y lo hice mirar hacia arriba. Definitivamente, si alguien entrase por la puerta, ni en un millón de años diría que yo sería la perdedora.

—¿Yo me nombré ganador? Abbie... Cariño, yo no me lo nombré a mí mismo en ningún momento pero, creo que no tienes demasiada confianza en ti misma supongo, así que es mejor que no empecemos esta guerra.

—Pues es una verdadera lástima. —De un tirón hice que dejase caer mi pie y, con la punta de mis dedos, comencé a deslizarlos desde su tobillo hacia arriba. Jihoon se tensó y, cuando subí hacia su muslo, un gemido ronco se escapó de su garganta. El chico cerró los ojos e inclinó su cara hacia arriba, abriendo un poco su pierna para que mi pie fuese más lejos.

Lo odiaba pero, no era tan cruel como para no aceptar sus súplicas que vinieron a través de quejidos y suspiros. Cuando llegué a donde él quiso, Jihoon arqueó su espalda para poco después, lanzarse sobre mí para besarme. Fue rápido, pero no lo suficiente como para no ver venir sus movimientos así que, aprovechando donde tenía el pie... Ups.

Jihoon cayó al suelo gritando por el dolor, sus manos sobre su entrepierna, intentando calmar el dolor. Di gracias a que mis zapatos fuesen fácil de poner y rápidamente salí de allí, claro que antes de cerrar la puerta me giré para observarlo, humillado y con lágrimas en los ojos.

—Pues sí, es una verdadera lástima, porque creo que yo sí que quiero jugar. —Y con eso, con una sensación de déjà-vu , salí corriendo hacia la salida del hospital.

Demi me observaba con ojos divertidos, sabía que no necesitaba que se pusiera a gritar para saber que estaba deseando saber qué había ocurrido y por qué, aunque ya debía de saberlo. Ella no había vuelto a casa esa noche, ya que el día anterior ella había ido a visitar a una amiga y se había quedado sin su ronda de chismes que tanto ansiaba.

—Vaya, vaya, pero qué buena cara. —dijo entre carcajadas y hacer que el coche comenzara a moverse.

—No pongas esa cara, no necesitas que te cuente qué ocurrió, ya lo sabes. —Demi dio pequeños golpecitos contra el volante.

—¡Por fin! ¿Y qué tal? ¿Es cierto eso de "pequeño pero matón"? —respondió moviendo sus cejas como si fueran olas.

—¡Demi! —grité. —Y sí, al menos en este caso sí. —murmuré con el rostro completamente rojo. Ella comenzó a reír a carcajadas y a gritar –reacción completamente esperada conociéndola –y no paró hasta que volví a llamar su atención, si Jihoon no era la causa de mi muerte, no quería que lo fuese tampoco un accidente de tráfico. —¿Y tú me contarás que pasó con Wonwoo? —Y ahí estaba de nuevo, aquella lástima casi palpable en su rostro.

—No hay nada que contar. —respondió, tan rápido, que estaba segura de que estaba esperando por mi pregunta.

—Yo no pienso así... Escucha, creo que deberías de desahogarte. —Demi dio un volantazo justo en un pequeño hueco de la calle donde poder aparcar el coche, provocándome un mini-infarto. Pensé que hablaría, con su voz aguda, que echaría la culpa a Wonwoo cuando el pobre solo se había sentido atraído por la persona equivocada o cualquiera de las excusas de siempre; sin embargo, para mi sorpresa y horror, Demi comenzó a llorar. El coche se llenó de sus sollozos y yo, como una estúpida, la observaba como si un extraterrestre se hubiese colado en el asiento delantero.

—¿Qué hago, Abbie? ¿Qué hago? —murmuró entre muchos más quejidos.

—¿É-Él te gusta? —Aquello solo la hizo llorar más si cabe, pasaron minutos mientras hablaba palabras que solo me hicieron afirmar que un extraterrestre había suplantado a mi hermana mayor, eso, o había aprendido un idioma nuevo en sus noches de insomnio. —Vaya, ehm... —dije completamente incómoda, arrugando mi nariz. —Lo siento, Demi, pero no te estoy comprendiendo ni una sola palabra.

—¡No lo sé! —dijo de repente, llenando el coche con su voz. —Ese es el maldito problema, que no lo sé. Siempre he sido tan segura de sí misma, tú lo sabes, si he querido algo he ido a por ello y no he parado hasta conseguirlo y si no, lo lanzaba por la ventana. Siempre he odiado los problemas y comederos de cabeza y he odiado a la gente que se complica la vida y, de repente, llega un estúpido friki que va a la discoteca a jugar con su móvil y que, para mi sorpresa, besa de escándalo. ¿Es raro que quiera pasar un viernes por la noche comiendo pizza grasienta mientras me abraza viendo una película en el sofá de casa? —No hizo falta que le respondiese, ella misma gritó y se tapó la cara completamente avergonzada. —Dios, enamorarse es una mierda, en serio, ¿por qué la gente está tan obsesionada con encontrar el amor?

—Es una mierda, tienes razón, pero supongo que es porque no sabes cómo actuar porque nunca has estado en una situación así, apuesto lo que sea que Wonwoo estaría encantado de dejarte sus sudaderas y pasar los viernes con comida basura y... tú. —Demi abrió un espacio entre sus dedos que tapaban su cara y me permitió ver uno de sus ojos.

—¿En serio? ¿No crees que la cagaré y lo haré sufrir? —susurró como una niña.

—Lo estás haciendo sufrir ahora, idiota, el pobre cree que no es lo suficientemente bueno para ti y que solo lo quisiste para jugar una noche.

—¿Qué? —dijo con los ojos completamente abiertos.

—¿Él no te lo dijo? —pregunté. —Jihoon me lo contó.

—Bueno, siempre entro en pánico cuando está él, así que nunca lo dejó hablar demasiado... —dijo mirando hacia sus manos. —Pero, eso no es verdad, tengo miedo por mí, porque él no merece ser tratado mal por alguien como yo.

El móvil de Demi, colocado en el medio de nuestros asientos, comenzó a vibrar y, en la pantalla encendida, apareció el nombre de Wonwoo en grande.

—Creo que eso, deberías de explicárselo a él, es lo mínimo que merece.

IncidentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora