Nacimiento del amor.

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Mientras más se acercaban las chicas, el pequeño zorro escuchaba el cotilleo de ambas al llegar, su mente se puso en blanco y por un segundo se petrificó. Tratando de tranquilizarse, y no ponerse rojo como tomate, pensaba en que decir, que hacer, todo sobre lo que haría en presencia de la tejón. Sin embargo, las ideas en su mente se apelotonaron más que un reñido partido de Sonic vs Sonic.

Y aun con todo, mientras Tails pensaba, había olvidado algo muy importante. El collar. Había dejado la alhaja en la estantería cerca de la puerta el día anterior; el zorro salió un momento de su trance de miedo y trató de recogerlo, pero cuando estaba a punto de tomarlo, las chicas entraron sin reparo alguno en tocar la puerta.

Tails cayó torpemente al suelo y se incorporó rápido intentando no parecer un tonto, cosa que no salió muy bien, pues terminó chocando con una mesa y tumbando su silla. Las chicas rieron un poco mientras el muchacho se acomodaba los goggles, pero un destello de luz robó la atención de Sticks de reír.

La chica vio de reojo el collar que Tails había hecho, brillante y lleno de colores. Para una tejón, como ella, esas formas desalineadas, colores sin combinar, pequeñas cuentas para rellenar los espacios y una piedra brillante, eran como la joya más costosa del mundo, por lo que la tomó para verla de cerca.

—Wow, Tails eres muy bueno haciendo esto —exclamó Sticks que se veía admirada por la sencilla, y hasta cierto punto infantil, creación de Tails. Quien se ponía un tanto ruborizado por sus palabras.

—Si... es muy bonito Tails... —exclamó una no muy convencida erizo, miraba aquel collar con una combinación de decepción y ganas de reír.

Sticks había olvidado por completo lo que hacía ahí, embobada por la brillante alhaja que Tails había hecho para ella. Amy le lanzó miradas y gestos a Tails para que dijera algo, su nerviosismo lo estaba conteniendo a moverse, pero al mirar la sonrisa de Sticks ganó un poco de confianza y valor para hablar.

—L-lo... lo hice para t-ti —tartamudeó el zorro muy sonrojado.

Un pequeño brinco y temblor se presentó en el cuerpo de Sticks, no era por temor esta vez. Esa reacción, una nueva sensación se presentó en la chica, como si fuera a ser atacada. Todo el pelaje de su cuerpo se erizó, aunque no sentía ningún peligro.

Amy caminó a la espalda de Sticks y amarró el nudo de aquel arcaico collar que Tails había fabricado para la erizada tejón, aunque Amy tomó la oportunidad para empujar a Sticks hacia el frente.

—En fin, Tails —habló Amy con una expresión presumida en el rostro —Sticks quería decirte algo y creo que deberías escuchar atentamente.

Amy literalmente lanzó a Sticks sola a enfrentarse con su, hasta ahora, más grande reto.

Al momento que Tails escuchó eso, los latidos de su corazón aumentaron casi al ritmo de Sonic cuando corría por un chilli dog, era tan fuerte su latido que se podía escuchar hasta donde estaban las chicas. Sticks, que estaba muy atenta, logró oír ese palpitar y se ruborizo un poco.

—Bien Sticks, entonces... ¿que ibas a decirle a Tails? —preguntó con retorica la erizo rosa. Amy seguía insistiendo como si le pagaran por hacer de casamentera.

Sticks temblaba un poco mientras se acercaba a Tails, al tiempo que el escurridizo erizo rosa salía lentamente por la puerta.

—B-bueno, H-hola... ¿c-como e-estas...? —trastabilló la tejón, buscando una forma de decirle al zorro lo que sentía por él.

—Me-este, m-me, m-me... —tartamudeaba con desespero la chica tratando de no mirar directamente a los ojos del muchacho —Me g-g-gusta... me gusta... ¡N-no te odio!

Sticks gritó a todo pulmón, avergonzada por lo que acababa de decir. Su pelaje se estremeció hasta quedar como las púas de Amy. Y aunque tal vez no era exactamente lo que quería decir en ese momento, fue suficiente para que las colas del amarillo zorro comenzaran a moverse de felicidad.

Tails no tardo en entender, el sentimiento era el mismo que él tenía, tanto el temor como la vergüenza de ambos se podía notar a simple vista. Presionando sus puños, el zorro se aventuró hacia el frente, dio un paso largo hasta quedar a centímetros de la atemorizada tejón que, sin previo aviso, recibió un fuerte abrazo. Una muestra de afecto que la relajó, aunque aún temblaba un poco.

—M-me gustas, Sticks —dijo el joven zorro quien seguía con el abrazo mientras la chica escuchaba en el oído lo que le decía.

—El collar que encontraste lo hice para decírtelo, lo invente solo para ti, y use todo el cariño que tengo en él —explicó con mayor confianza el muchacho. Esas pocas palabras derritieron el corazón de la tejón, pues creía que ese collar era una joya tan hermosa como lo sería un collar de diamantes a los ojos de cualquiera.

El dulce abrazo que compartían parecía eterno, sus corazones latían fuertemente, prácticamente al unísono, apretándose como si al separarse fueran a dejar para siempre de verse.

Mientras esa bella escena ocurría, Amy observaba todo desde la ventana junto con Sonic, que hizo un sonido de aprobación al tiempo que asentía.

—¡Sonic!, pero, ¿qué haces aquí? —preguntó llena de confusión la erizo pues no había notado la presencia del bólido azul.

—Venía a ver a mi compañero, y veo que no solo estaba soñando —explicó Sonic mirando sonriente la escena.

—¿Soñando?, ¿de qué hablas? —cuestionó rápidamente la impetuosa erizo. Parecía muy confundida sobre lo que pasaba y como Sonic sabía lo que ocurría.

—Sí, las veces que venía a quedarme a dormir porque el techo de mi casa se caía, Tails siempre hablaba entre sueños, y prácticamente todas las noches decía cosas de tecnología, pero había cierta palabra que repetía sin falta: "Sticks" —respondió el erizo.

Amy quedó boquiabierta, la joven rosa parecía no creer lo que pasaba, le sorprendía saber que Sonic se había dado cuenta antes que ella de que a Tails le gustaba Sticks.

—¿Por qué no le habías dicho a nadie? —preguntó Amy en un tono severo, se notaba molesta, a ella le gustaba saber todo de todos y que le guardaran un secreto así la incomodaba.

—Es mi hermano, sabía que tarde o temprano arreglaría sus asuntos y pasaría esto. Además, si él no quería contarle a alguien no tendríamos por qué obligarlo. Aunque en este caso hiciste lo correcto, sabes más de estas cosas que él o yo —explicó Sonic de forma muy madura, cosa extraña en él.

—Muchas veces sentía pena por él, pensé que no lo haría por castigarse pensando en esa cosa de ser egoísta o algo así, te lo agradezco Amy —sonrió con dulzura el erizo, regalándole el gesto a Amy, quien no pudo evitar perderse en sus fantasías, aunque regresó en sí al recordar que no le habían contado antes todo.

—¡Jo!, Sonic. Debiste contármelo antes —reclamó la rosada erizo. Y aunque Amy hacia pucheros, se le notaba contenta.

Mientras Amy y Sonic discutían como pareja, los chicos disfrutaban de su momento, el cual poco a poco tomaba más fuerza. Tails miró a Sticks a los ojos, perdido en su color café, más la chica los cerró casi por instinto, incitando al zorro a lo mismo. Tembloroso y preocupado, el muchacho avanzó con delicadeza, dándole un beso a Sticks, el primer beso de ambos.

El dulce roce de los labios de ambos desencadenó una sensación de hormigueo por el cuerpo de los jóvenes, ese cosquilleo era el primer contacto con el amor para los dos, quienes sonrieron un poco tras este, apenados por no saber cómo hacerlo, regresando a su eterno abrazo, como forma de festejar el nacimiento de su amor.

Nacimiento del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora