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-¿Ya estás listo?-

La pregunta plana llego hasta los oídos de la otra persona que se arreglaba en uno de los cuartos, hizo que se diera algo de prisa terminando de colocarse el reloj de oro, acomodo el cuello de su camisa y se dio la última mirada en el espejo antes de salir. Vio a su persona favorita en la pequeña sala usando ese traje que eligió meses atrás, el aroma de su colonia era agradable para sus fosas nasales, aún después de años podía ruborizarse al verlo de esa manera, tenía que admitir que su esposo era muy apuesto aún con sus veintisiete años encima.

-Vamos a llegar tarde si sigues así-

La voz lo hace salir del trance en el que estaba navegando su mente, no quiere hacerlo enojar en un día tan importante como el cumpleaños de su suegra. Toman el ascensor envolviéndose en ese ambiente de incomodidad al que más bajito estaba acostumbrado, sus ojos divagan desviándose de vez en cuando a la persona que se encontraba a su lado, nota un pequeño mechon rebelde que no desea unirse al perfecto peinado de su marido pero antes de poder hacer algo la puerta de abre directo al estacionamiento, su misión no fue exitosa por ahora. Sube al lujoso auto conociendo bien su lugar, abre la puerta del copiloto ingresando para luego suspirar ya que conoce como a veces suelen ser sus idas dentro de ese vehículo. Él ha subido directo a insertar la llave y poder ir a su destino hasta que siente como la persona lleva sus pequeñas manos a su cabello.

-Tienes...-

Su sugerencia no puedo ser terminada cuando Jihoon retrocede un poco con una expresión de pedirle razones para tal acción.

-Te despeinaste un poco-

Habla al fin bajando las manos, mira como él se ve por el espejo retrovisor acomodándose ese hilo de cabello, la puerta de cierra y el auto se pone en marcha no sin antes escuchar un "Gracias", que ha logrado sacar una sonrisa cálida.

El camino a ese lugar toma unos cuarenta minutos entre semáforos, pase de peatones y algo de tráfico, Taeil se siente aliviado que esta vez pueda ir con algo de música que lo sacaba de la monotonía de ir viajando como si fuera un auto de funeraria. Han hablado unos cinco veces solo para recordar cosas simples y hacer peticiones entre ellos como bajarle el volumen a la radio o abrir más la ventana, después de todo ya estaban en aquella casa de dos pisos aparcando entre otros autos cerca.

-Veo que invito a ese tonto de recursos humanos- dice mirando otro auto frente a él.

-Jihoon-

Sonrió aún sonando como advertencia, salen del auto llevando la cajita de regalo, ambos tomando algo de aire antes de tocar la puerta para ser recibidos por la señora de llaves que los invita a regresar a ese concurrido festín de personas de la tercera edad y algunos adultos, todos conocidos, Jihoon sabe que su madre es una persona sociable tanto que ha invitado a los amigos de él de y amigos de Taeil, personas que además trabajan en aquella constructora fundada por su abuelo, heredada a su padre y próximamente al único hijo de los Pyo.

-¡Bebé!-

Esa voz conocida que está grabada en su mente desde que se le formo el sentido auditivo en el vientre de su madre, ve a esa mujer acercarse y él solo susurra un "¿Por qué le gusta avergonzarme?", mira al suelo para después corresponder al abrazo materno.

-No has venido a visitarme la semana pasada-

Le recrimina en lo que le sacude algo de pelusa que le dejo por su vestido, la mujer mira al compañero de su hijo sonriéndole para acariciarle la mejilla.

-Corazón-

Taeil hace una reverencia de noventa grados entregando la cajita que tenía en sus manos.

A bouquet of tulipsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora