Joseph: Hace ya un tiempo que irrumpiste en mi vida, aquel día que tropezamos torpemente, ¿quién lo diría?, mi vida, la transformaste de una forma que nunca hubiera imaginado. Porque nunca antes había sentido, esta locura que me hace necesitarte como a nadie.
Apenas puedo creerme lo afortunado que soy de haberte encontrado, justo en el momento oportuno, cuando ya creía que no había ninguna mujer en este mundo destinada para mí, no se como decirte lo que siento. Solo que me encantas, y quisiera saber... ¿si quieres ser mi novia?.
Vanessa: Pase todos estos meses con está gran duda, tratando de entender si sentías algo más que una amistad por mi.. jamás me espere esto. Esto tan emocionada y claro que sí, si acepto.
Me dio un gran abrazo y largo beso, hace mucho no sentía tanta emoción, fue algo indescriptible.
Transcurrieron los meses, llevábamos a penas 3 meses de novios, pero notaba cosas muy raras, es que él se alejaba de mi. Empece a creer seriamente que era una maldición la que yo tenía porque siempre me pasaba lo mismo con los chicos.
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Y cuando de repente, resuena mi teléfono, era una chica la cual no conocía, decidí contestar.
Ella me dijo que aunque yo no la conozca, ella a mi sí y sabe que soy una buena chica, que no quiere que termine herida con Joseph que tenga más cuidado con él, me dejo muy impactada con esa llamada. Por cosas de la vida encontré su celular tirado, empece a revisar y note que tenía como 50 mensajes con distintas chicas las cuales eran aparentemente sus amantes.
Todo mi momento de alegría se desmorono, otra traición, sentía que ya no podía con otra...
Pero está vez no me quede callada, decidí enfrentarlo, él, solo me quedo viendo y bajo la mirada...
Yo no me moví de el lugar hasta que él me diera una explicación:
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Siendote honesto, tenía miedo que tú solo jugarás conmigo, aún no me sentía seguro con esto, no creo que alguien tan bella ame a alguien como yo. -Él dijo-
No sé si era demasiado ingenua, pero el amor me cegó, decidí darle una oportunidad por muy loco y estúpido que suene.
Y así pasaron los meses, y cumplimos nuestro mes número 6, todo fue grandioso yo eran tan feliz junto a él, a pesar de su error yo confiaba en él, pero tampoco soy juguete de perdón y él lo sabía.
Un día normal de clases en la universidad, note que Joseph no había llegado a clases, pero ese no era el problema... el problema era que no tenía ni un peso para irme en taxi a casa, le diría a Enrique que me ayude, pero él no me habla desde lo que paso con Joseph, estaba en descuerdo con que lo perdonará tan fácilmente.
Decidí irme caminando a casa, sentía el frío paralizar mi cuerpo, estaba tan fría la noche. Mientras caminaba escuche el sonido de hombres tirándome piropos, nada nuevo en la historia de la humanidad, no les di importancia, hasta que...
Sentí que alguien tomo mi brazo, y al voltear note que era uno de esos hombres que trabajan en un taller de mecánica, que si como lo supe?, pues estaba lleno de esos materiales que utilizan en los carros, además que a unos metros estaba un taller (soy una genio lo sé). Inmediatamente le pregunte que si que le sucedía, y me respondió. -Nada corazón, solo quiero saber la hora me la das?-, -son las 9:45 pm, pase buena noche -le respondí-. Camine más rápido y sentía que me seguían, el miedo no podía paralizarme tenía que correr.
Y justo cuando decidí correr, me sujeto nuevamente, pero esta vez habían más hombres, no sabía que hacer, creí que me querían asaltar así que les ofrecí todo lo que tenía de valor para que me dejarán ir.... ellos solo se reían, hasta que sentí que uno de ellos empezó a tocarme, en ese momento supe que nada bueno iba a pasar, y decidí romper el miedo y sacar una navaja que andaba, se la pase por la mano y salí corriendo, no respiraba, no pensaba en nada, solo quería llegar a casa.
Al llegar, me encerré en el cuarto, empece a llorar me sentí destrozada y muy asqueada, llame a mi madre, no contestó, llame a mi padre, no contestó, le escribí a mis amigos, me decían que estaban ocupados, le escribí a todos a los que sentía que podía confiar, y todos me abandonaron.
-He contenido el aliento antes de cada nueva cosa que me producía miedo y ansiedad, he llorado mis rupturas, he celebrado mis triunfos. La tristeza se colaba por todos los resquicios como un gas tóxico, y la culpa me apresaba con sus garras metálicas. Todas las personas a las que quiero se encuentran miles de kilómetros de distancia. Nadie me escucho. -me dije a mi misma-
Y no soporte más, y cogí la navaja, empece a desgarrar mi piel del brazo, me corte con tan furia, con tanto odio y dolor... ese era el sentimiento que acogía mi corazón.
Y cuando me di cuenta, se me había pasado la mano, no tenía miedo, pero no lo había planeado, mi muerte sería lenta, pero se estaba produciendo, ya no veía todo a colores, todo se tornaba gris, sentía un mareo, no podía respirar... hasta que colapse y caí al suelo.
Recuerdo escuchar mi teléfono sonar, pero no podía si quiera levantarme.
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