Don't Stop Me Now

CAPÍTULO SIETE

Katherine

Viernes, 25 de marzo, 8:15 a.m.

Acaban de empezar las clases y ya lo echo de menos.

Hace poco más de dos semanas desde que corté con Jesse. Ya ni le saludo por los pasillos. ¿Para qué? Capullos como él no merecen mi atención.

Sin embargo, con Caleb es diferente.
Puedo hablar con él de cualquier cosa, es atento, está bueno, es inteligente, simpático, está muy bueno, es romántico, tiene unos abdominales y unos pectorales que da gusto verlos... ¿He dicho ya que está bueno?

—Kate —me interrumpe Emma —, se te cae la baba. ¿Estás bien?

—S-Sí —logro responder.

Estamos en clase de Biología, con la profesora más empanada de la historia -la que llamó«mala influencia» a Emma-, explicando y dibujando jeroglíficos en la pizarra. Alex está estudiando por su cuenta la asignatura, Valery está con el móvil al lado mía, Emma está callada, atendiendo e Irina está haciendo muecas -quizás tratando de entender lo que dibuja la profesora-. El resto de la clase se dedica a tirar bolas de papel o a gritarse barbaridades. Puede que solo Emma e Irina estén prestando atención.

He de reconocer que había juzgado mal a la chica nueva. Es más simpática de lo que pensaba y parece que en poco tiempo ha hecho buenas migas con Alex. El hermano ya es otro asunto, mejor no hablar de él. Aún así, parece que Alex y Eloy han hablado por WhatsApp e incluso van a quedar hoy.

—Emma -dice la profesora -también conocida como la exmujer de Napoleón- enfadada —. ¿Quieres callarte ya? ¡No has parado desde que empezó la clase!

Me giro y veo a Emma con la cara roja de furia y comienzo a rezar para que no pase nada.

11:20

—¡¿Que le has dicho qué?!

—Que consiguió el título de maestra en las tapas de los yogures —dice Emma orgullosa.

Todos ríen a carcajadas.

—¿Y no te ha dicho nada? —pregunta Aiden atónito.

—¿Qué me va a decir a mi la loca esa? Me dice algo y la cojo de los pocos pelos que le quedan y la estampo contra la pared —dice haciéndose la chunga, ante la mirada aterrada de Irina.

—E-Esta es la razón por la que es mejor no enfadarla, ¿verdad? —me susurra.

Yo asiento con la cabeza, luego saco el móvil para hablarle a Caleb; hoy me apetece quedar con él.

—Alex, ¿al final qué ha pasado con mi hermano? —pregunta Irina mientras yo sigo escribiendo el mensaje —¿Has hablado más con él o qué?

—He quedado hoy con él, es una cita —sonríe.

—Ya... —interviene Emma —Pero, ¿él sabe que es una cita?

Se hace el silencio durante unos segundos, en los que Alex mira a Emma con cara de «serás mala persona».

—A ver —dice por fin —, ¿sabe acaso Dylan O'Brien que es mi marido? —se toma una pausa dramática para dar un sorbo a su zumo de piña —Pues eso mismo.

Río y niego con la cabeza ante los absurdos argumentos de mi amigo.

—Pero al menos será gay, ¿no? —pregunta Lydia. Parece que no pararán hasta averiguar su grupo sanguíneo.

—Es bisexual —responde Irina.

—¡¿QUÉ?! —grita Alex —O-Osea que tengo oportunidades —suspira —. Estoy flipando.

—¿No lo sabías?

Él niega con la cabeza.

—Espera un momento —interrumpo —, si no lo sabías quiere decir que pensabas que era hetero.

Él asiente.

—¿E intentabas ligartelo igualmente?

Él asiente.

—Los heteros son heteros hasta que dejan de serlo —dice y me guiña un ojo.

Este chaval no tiene remedio.