Capítulo 2

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─ ¡Mamá!, ¡¿Dónde está mi pantalón gris?!

─ Jerry, busca debajo de la cama.

Han pasado 16 años desde que Katy y Arthur hayan tenido a sus dos hijos: Sam y Jerry. Desde ese entonces, se han convertido en los hermanos más inseparables del mundo. 

Ya era hora de ir a la escuela, cuando se están vistiendo y, no han desayunado.

Jerry aún tiene 16 años. A él, siempre, siempre, se le pierde algo. Puede ser el pantalón gris, su favorito o cualquier otra prenda que vaya acorde a su figura asimétrica.

Sam por otra parte, ya tiene 17 años. Es el más pacifico de cuantos hermanos, y es el que siempre da amor. Le gusta todo en orden. Extraña vez que algo le es tarde. Siempre puntual.

Él a diferencia de su hermano Jerry, lleva las notas al día. Sus materias impecables; todas por encima de los 10 puntos.

─ ¡Chicos, es tarde!─ dice la madre de ambos─. ¡Es hora de desayunar!

─ ¡Ya voy!─ gritan ambos.

Jerry baja rápidamente las escaleras cuando tropieza con su perro Brooster, en la cual le toca la cabeza con las manos, girando de un lado a otro. De paso le sigue Sam. Ya sentados, cogen una pequeña porción de la manteca y la untan a su pan.

Toman jugo del frasco en la mesa, y echan un poco al vaso que les queda a su derecha. Terminan rápido, cuando pasa el bus que los recoge.

Caminan hacia el, mientras buscan un asiento libre y conforme.

─ ¡Sam siéntate aquí conmigo! ─ grita una chica, de manera que se encuentra sentada en el penúltimo vagón a la izquierda.

─ Hola, Hannah ─ dice Sam, mientras se sienta al lado de la chica.

Hannah Cross, es la típica chica que con solo verla te hace feliz. Siempre dice chistes, bromas, cuentos, etc. Ella siempre ha estado en los momentos más vergonzosos y tristes de Sam, como también en los más felices y alegres.

Él no sabe como darle las gracias a ella por eso, y por todas las cosas. Tanto así que se consideran los mejores amigos, que se puede ser en un momento dado.

─ ¿Quieres?─ ríe Hannah, mientras le muestra un filete que tiene en una de sus manos.

─ ¿Y eso?─ pregunta─. Desde cuando traes filete, y en la mano. ¿No que va en algo?, te estas ensuciando.

─ ¡Ay, por favor, Sam! Ni que fuera del otro mundo. Mira, toma ─ le da una pequeña porción a él, y lo toma cuidadosamente─. ¿Cómo sabe?

Sam saborea, y siente como algo duro se entierra en sus dientes. No sabe a filete, sabe más bien a chicle de pepinillo. De pronto, desarrolla un sabor abrumante, y lo expulsa de su boca.

─ ¡Qué demonios! No sabe a filete, sabe a chicle de pepino. ¿De dónde lo sacaste?─ pregunta Sam.

─ ¿Chicle de pepino?─ ríe la chica─. ¿Quién come eso?

─ Pues yo ─ aclara─. No me has respondido.

─ Pues... por ahí. Mi hermano me lo regalo.

─ Comprendo.

Después de charlas, de tanto hablar cosas insignificantes, termina la parada. Deprisa salen todos del bus, a sus respectivos salones.

─ Hannah, nos vemos en la hora de física.

─ Dalo por hecho─ guiña un ojo, mientras se va caminando.

                                                                                                 *

Ya es la hora de salida. Todos salen de su salón.

Y hay un desastre... chicos tirando pelotas, papeles, jugando en los pasillos. Todos corriendo.

En una de esas, se encuentra Hannah caminando hacia el patio, donde la espera Sam. Quedaban de ir a la plaza a comer y pasar el rato.

Jerry debe ir a su torneo de Basketball, por lo que se da prisa. Él es, el capitán de su equipo, lo que tiene que llegar antes de que todos estén ahí.

Observa su reloj de mano, la cual indica que son las 2:12 p.m., es tarde.

Corre por todo el pasillo, hasta que... sucede algo. Ha tropezado con una chica. En seguida se observan distraídos, cuando sus ojos se conectan.

Es una chica con el cabello por debajo de los hombros, rubio como los rayos invisibles del sol, cara perfilada, su cuerpo es como la trascendencia de una reina egipcia, cuerpo esbelto, ojos azules como el agua marina que cubre el espacio del océano y unos labios color rosa, como las rosas Bouquet.

La chica ha caído sobre sus rodillas, y todos los libros que llevaba en las manos están en el suelo.

─ Deja te ayudo─ dice Jerry.

─ Para la próxima mira bien donde caminas, y deja de estar empujando a las personas─ dice la chica, de una forma cortante.

─ ¡Uy! ¡Qué agresiva! Sólo intento ayudar─ dice─, pero si no quieres, allá tú.

─ Como sea.

Mientras se levanta la chica, y recoge sus pertenencias para luego marcharse, Jerry trata de comprender que acaba de ocurrir.

Esa cara se le hacia familiar, pero no logra recordar con claridad de quien se trata. Así que mejor lo olvida, y se encamina hacia la cancha de Basket.

                                                                                                             *

Sam y Hannah están ahora en la plaza, donde recientemente aprovecharon las ofertas de pollo frito.

Nada mejor que ir y comer lo que más te apasiona. Por otra parte están visitando las tiendas que se encuentran en ella.

─ ¿Se me ve bien el sombrero?─ dice Sam en un tono divertido, mientras encamina sus manos alrededor de su cintura. Tipo como si estuviera caminando en una de las pasarelas más glamorosas de New York.

─ ¡Ay, amiga!, estás como quieres estar. Toda una diva─ bromea Hannah.

Posteriormente se ríen por el chiste, y carcajadas fuertes se escuchan por parte de ambos, y todo el mundo queda viéndolos. Ahora mismo son el centro de atención, un par de descerebrados, sin apariencia alguna.

Después de eso, se dirigen a la tienda de Zara, donde aparece un maniquí vestido con un traje de porcelana, y lleva una peluca color esmeralda.

Y vuelve Sam, con sus bobadas. Se coloca la peluca sobre su cabello corto, e empieza a jugar con ella.

Hasta parece que había sido fabricada para él, le queda perfecta. El color, y la forma. Lo único que, no parece cabello de humana, sino artificial.

─ Quítate eso, Sam─dice la chica─ ¡Espantosa!

─ Oye, tranquila, amiga─ agrega─. Eres una envidiosa. Me queda perfecta, ¿y a ti?─ ríen.

─ Ay, Por favor. ¿Yo envidiosa? Nunca tanto─ bromea.

─ Niños dejen eso. ¿Quieren que llame a sus padres?─ un oficial dice. tantas las risas, y las bromas que no se habían dado cuenta que el hombre se encontraba al frente de ellos.

─ ¿Disculpa? ¿Nosotros? ¿Niños?─ dice Sam, en un tono grotesco.

─ ¿No? ¿Y, qué son?─ dice el hombre─. Rápido quiero que se retiren del lugar.

Sin más, los adolescentes se encaminan forzosamente a la salida.

Para ellos ha sido un gran día. Olvidando lo del oficial, sienten que fue una experiencia bastante graciosa.

Sangre BiológicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora