Salí de la universidad, miré al cielo cubierto de nubes grises y el sonido de los truenos retumbaron a mi alrededor, camine hacia la acera que seguía empapada por la llovizna de ayer.
-_______, ¿vamos por un cafe?-una chica de cabello ondulado y oscuro se me acerco a mis espaldas haciéndome sentir amenazada por mi instinto
-Lo siento, no puedo...tengo que volver a casa-dije en cuanto llego un carro negro, vidrios blindados y polarizados se estacionó delante de mí, la persona que conducía el auto se bajó y me dijo.
-Tu padre está esperando-decía Franco el chofer de mi papá, miré de nuevo a la chica que se alejó de mí unos metros.
-Olvidalo, quizás luego-corrió a su un grupo de chicas que no dejaban de verme y murmurar cosas, giré mis ojos y subí a la parte de atrás del auto.
-Franco yo puedo regresar a casa, te lo he dicho mil veces-dije irritada de que aún siguieran viniendo por mi a la universidad como a una niña pequeña, la mudanza aquí fue difícil y el hacer amigos aquí se complica cada que tengo oportunidad, mi padre y su escuadrón suicida aparecen.
-Ordenes de tu padre, lo siento-decía Franco con una risa,Franco era italiano pero se mudó a Corea hace ya un par de años después de que unos malditos mafiosos mataran a su esposa y a su hijo confundiendo el auto de Franco con el de su esposa, él aún no puede perdonarse tal accidente, sin embargo antes de mudarse aquí viajó a Sídney a esparcir las cenizas de su esposa por la barrera de coral, su esposa era una bióloga marina y soñaba con conocer la famosa barrera de coral, ahí conoció a Félix y Christopher dos chicos carteristas, Franco los adoptó al saber que eran huérfanos y habían escapado de su orfanato, pasó unos meses y les creo pasaportes e identificaciones falsas en donde los ponía como a sus hijos.
-Pasaré por los chicos,¿esta bien?-me dijo Franco mirándome por el espejo del retrovisor
-Claro, no hay problema Franco-dije mientras miraba mi móvil, veía como en un viernes todos disfrutaban de la compañía de sus amigos en un café, cine o karaoke y yo...yendo a mi casa.Llegamos a la universidad de varones donde estaban los hijos adoptivos de Franco, los chicos estaban rodeados de chicos y chicas, al parecer eran muy populares.Franco estaba ocupado en su celular mientras esperaba a los chicos que se despedían de la multitud de estudiantes, me sentí algo celosa sinceramente hoy no estaba de buen humor. Franco se bajó del auto para recibir a sus dos chicos y vi la oportunidad de salir del auto, mi padre no me dejaba conocer la ciudad siempre era de la universidad a la casa y viceversa, quería conocer aquella cafetería, aquel karaoke y parque de diversiones que subían a las historias de instagram, salí del auto lo más sigiloso que pude y corrí a todo pulmón, después de unas cuadras me di cuenta que había dejado mi mochila en donde tenía mi billetera, pero no la necesitaría solo caminaria y veria las cosas que nunca había visto de camino a casa, también quería que mi papá viera que podía llegar a casa sin inconvenientes.
Algo empezó a vibrar en mi chaqueta, saqué mi móvil y vi que Franco me estaba llamando, apague mi móvil no quería que nadie arruinara mi aventura, seguí caminando viendo cafeterías, pastelerías, centros de videojuegos y tiendas de maquillaje. Noté como todos estaban acompañados de amigos, mi vista se centro en unas chicas que rían mientras una le colocaba un gloss a otra, parecían tan unidas, en realidad nunca había tenido un amigo fijo, mi familia se muda constantemente por el trabajo de papá y después de la muerte de mi madre, mi papá prefiere que no tome confianza tan pronto de las personas, por eso no puedo llevar a nadie a casa o invitar amigos si es que tuviera, al momento de seguir mi camino choque con un chico que derramó su jugo en mí.
-Lo siento- dijo el chico apenado tratando de quitar la mancha de jugo rojo que había dejado.
-Demonios, no se quitará-decía mirando la gran mancha roja en mi camisa blanca del uniforme.