Capítulo 4.

90 8 2
                                    

María ya se teme lo peor, se replantea su historia con Hugo, su relación está hecha trizas y no sabe cómo hacerle frente…

Me ha dicho que quería estar solo, que necesitaba perderse un rato para pensar en todo esto. El otro día, después de aquel beso, todo parecía haber cambiado. Por su mente pasaban toda clase de pensamientos en los que yo parecía no tener sitio. Duda de sus sentimientos y yo no soy capaz de dudar de los míos. Le quiero. Él lo sabe. Sabe que es mi debilidad aquí dentro. Pero, ¿qué está pasando? Le noto raro, distante, distinto, extraño. No es como era antes. Joder, no quiero perderle. No puedo perderle. ¿Por qué ahora esto? ¿A qué viene replantearse nuestra relación? Todo iba bien pero… ¿y si Julia siente algo por él? Eso acabaría definitivamente con nuestra relación. Está claro que él siempre se deja llevar por todas aquellas chicas que sienten algo por él. No va a ser Julia la excepción. Tendré que ir haciéndome a la idea de que le he perdido. Joder, el simple hecho de oírlo hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.

Quiero hablar con Julia, tal vez ella pueda ayudarme o acabarme de hundir. Sea lo que sea lo que Julia me vaya a decir, tengo que estar preparada para lo peor.

Alguien llama a la puerta pero antes de que nos dé tiempo a preguntar quién es, entra María descubriendo que Hugo le ha mentido.

-Ah, estás aquí. Pensaba que quería estar solo. –dice con tono irónico.

-Hola María, he venido a ver a Julia pero ya me iba. –contesta Hugo levantándose de mi cama.

-Pues vámonos. ¿Vienes Julia?-me pregunta con una falsa sonrisa, parece molesta.

-No, prefiero quedarme aquí un rato más. Luego nos vemos a la hora de comer. –les digo esperando a que se vayan.

Sigo con mis canciones intentado olvidarme de nuevo del mundo y de la escena que acaba de producirse gracias a María. ¿Qué se traerá con Hugo? ¿Serán solamente amigos o habrá algo detrás de eso? ¿Tengo posibilidades con Hugo o María va a ser una fuerte rival? ¿Posibilidades? Julia, por favor. No te compliques. No has venido aquí en busca de ninguna relación. Esto se va a acabar. Tan solo dos años más y esto será un simple capítulo de mi vida que cerraré al cruzar la puerta pasados los 18 años. No merece la pena comenzar algo que terminará.

La cena transcurre en silencio, nadie dice una sola palabra. Tan solo noto cómo María observa en todo momento a Hugo, tratando de averiguar qué se esconde detrás de esos ojos color miel. A veces desvía la mirada hacia mí, queriendo decirme algo, pero la respuesta siempre es la misma: silencio. En cierto modo se nota tensión en el ambiente, no me gusta esta situación y se nota de sobra que a María tampoco le gusta. A veces me gustaría decirle que a mí tampoco me gusta esto, que yo era feliz fuera, a lado de mis padres, pero esto es lo que hay. Esto es lo que nos ha tocado vivir a todos. Y lo siento mucho si no le gusta pero así es.

-¿Qué dices, Julia?-me mira María fijamente a los ojos.

Vaya, creo que he pensado en alto.

-No, nada.-miento mientras sigo comiendo, evitando por todos los medios su mirada. Y la de Hugo, que inmediatamente ha dejado de comer y ha dirigido su mirada hacia mí.

-Repítelo.-dice María, esta vez alza un poco más la voz.

-Que no quiero ver tu cara de enfado cada mañana, no quiero oír tus gritos cada día, que yo no elegí este sitio, que yo era feliz fuera, con mis padres…-una lágrima cae sobre mi mejilla. La impotencia se ha apoderado de mí.

He quedado como una tonta delante de María. ¿Por qué he tenido que llorar? ¿Por qué no sabré controlar mi rabia para no descargarla siempre llorando? Esta vez necesito desahogarme de alguna manera. Necesito escribir. Necesito liberarme, aún más. Necesito seguir descargando toda la tensión acumulada. Necesito una idea, un comienzo, algo que haga que mis dedos empiecen a moverse sin parar hasta dejar el bolígrafo sin tinta. Hasta agotar la hoja. Hasta que sienta una tranquilidad interior que sólo se produce cuando plasmo en un papel todo lo que siento.

Mamá, papá, ¿cómo estáis? Esto de vivir sin vosotros es muy difícil, ¿sabéis? Aún sigo asimilando vuestra marcha. Cómo os echo de menos. ¿Por qué decidisteis iros? Sois unos egoístas, ¿sabéis? Yo os necesitaba aquí, a mi lado, cada día de mi vida. Y ahora, ¿qué voy a hacer sin vosotros? Esto no me gusta. Nadie debería pasar por esta situación. Todos necesitamos a nuestros padres cerca. Volved, por favor. Os necesito. Perdón por todo aquello que en vida os grité. Perdón por todas las cosas que nunca os dije. Perdón por todas las veces que no obedecí. Prometo recompensaros, de verdad. Solo volved…

Julia, ya basta de derramar lágrimas. Una al final se queda seca, tras echar un mar de lágrimas, lo mejor será descansar. Hasta mañana, mamá. Hasta mañana, papá. Julia da un beso a una entrañable foto que le observa cada noche desde su mesilla. En ella, los tres se muestran de lo más felices en la playa, aquel verano pasado…

Verano de 2013, en una playa al este de España.

-Papá, ¿a ti te gustan las fotos?

-¿A mí? Bueno, cuando uno es mayor ya no piensa en hacerse fotos, hija, ¿por qué lo preguntas?

-Porque a mí me encantan, ¿sabes por qué?

-Ay, Julia, venga, dime porqué.

-Porque encierran los recuerdos, imprimen los segundos en papel de recuerdo.

Y ese fue el momento en el que los tres decidieron hacerse una foto, para encerrar el recuerdo. ¿Quién podía negárselo a Julia después de dar esa razón?

Wherever you will go suena dentro de mi cabeza. Otra mañana más, el despertador que tanto odio vuelve a molestarme. Hora de despertarse. El nuevo día ha comenzado.

-Buenos días, princesa. –Hugo está apoyado en la pared del pasillo enfrente de mi habitación esperándome. 

El ayer vuelve hoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora