Ya era lunes en la mañana, era hora de que Fátima se levantara para ir al colegio.
Se levanto, fue al baño, se alisto y bajo a desayunar, para su sorpresa estaban sus padres esperándola para comer, se sentía un poco mareada, sentía que algo muy frío estaba al lado suyo pero no le dio mucha importancia y solo se concentro en tomar su café y en comer unas tostadas.
Después su padre ofreció llevarla al instituto y ella acepto, saludo a su madre y salieron de la casa, al salir sintió algo que la seguía y eso le dio miedo así que subió rápidamente al auto sin decir nada.
El viaje fue silencioso, no compartieron ninguna palabra, sentía esa maldita presencia que me la observa y la asechaba, estaba muy asustada pero prefirió concentrarse en el camino.
Cuando llego era medio de noche, ya que era invierno y a las 7 de la mañana estaba un poco oscuro. En la vereda de enfrente Fátima pudo observar que había la silueta de una persona con estatura un poco baja, con brazos largos, pero ella no sabía si era una ilusión o… tenía 4 brazos. Nunca vio una atrocidad así, creyó que estaba loca, o que estaba un poco dormida pero si se alarmo, intento no darle mucha importancia y entro al instituto así entrar a clases y tratar de que se olvide lo ocurrido.
Cuando entro fue directamente al aula, se sentó a un costado pegada a la pared, empezó a jugar con su teléfono y vio entrar a un chico, que se le hacia bastante conocido pero no le presto mucha atención.
Empezó la clase, era Historia, a la profesora le encantaba explicar y explicar, pero esta vez entro y se sentó y empezó a hablar.
-Bueno chicos, quiero presentarles a un nuevo compañero que se integro a mitad de año - hizo una pausa para levantarse- se llama Brian Bones, ven muchacho, así te vemos.
Y se levanto el chico que se le hacia conocido a Fátima y se acordó que es el del bosque, el chico que quiso ayudarla a que no se mojara, me hacia sentir una mala vibra, a decir verdad era muy atractivo.
-Ahora que ya conocen a su amigo, podemos empezar la clase- empezo a escribir en el pizarrón.
Así paso todo el día, aburrido y pesado hasta que sonó la campana de salida y por fin era la hora de poder llegar a casa y estar tranquila.
La joven estaba yendo rumbo a su casa, cuando en ese momento recordó lo que vio a la mañana y de repente, sintió que alguien le tapaba la boca y le vendaban los ojos.
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