Mi mejor café ya no es mi mejor café

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Hace años escribí que mi mejor café fue un café con leche, bajo una sombrilla de tela que me protegía de una lluvia ligera. El olor a tierra mojada y el color anaranjado del atardecer daba un escenario perfecto a las ideas que crecían en mi cabeza mientras leía el libro que tenía entre las manos: La ladrona de libros.

El silencio de la muerte, daba paso al llanto de una niña que perdía a su mejor amigo, a su padre y a su maestro, mientras aquel café iba dejan dibujos en la taza blanca y agrietada en la que me lo sirvieron.

Hace diez años, quizá fuese mi mejor café y mi mejor silencio.
Hoy, puedo decirte que mi mejor café es cualquier café que pueda tomar contigo.
Un café por la mañana, temprano, donde te veo como eres, sin máscaras, sincera, tú.
Un café a media tarde, acompañado por palabras que se pierden en nuestras tazas y que se disuelven como el azúcar... dibujando densas líneas de espuma en esa espiral que pretende hacernos desaparecer, a ti, a mí.

Un café, a cualquier hora, contigo, sabe mucho mejor.

La música del recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora