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Asher.

Lo miré ajustarse el cinturón y me miró.

-La próxima vez que traigas a ese muchacho nos iremos, tenlo claro.

-Solo era una clase-susurré entre suspiros mientras mi cuerpo se retorcía por cada movimiento.

-Busca otro compañero, una chica-sonrió y miró a la sala, en donde solo se encontraba una silla dada vuelta, él se había ido- y si es posible que sea linda.

Se alejó de mi tomando sus cosas y se encerró en su habitación.

No dormí casi nada de esa noche, pensando porqué él se había ido, tal vez se dio cuenta de que no podríamos ser compatibles al trabajo, o solo tuvo miedo, pero no lo culpaba, en los ojos de mi tío se podrían ver todos los demonios juntos.

Estaba en clase al siguiente día, la maestra solo hablaba y hablaba, pero solo solo pensaba en como decirle a Caleb que ya no podíamos ser compañeros.

La campano sonó y me aventuré en el pasillo, hasta que lo miré, parado frente a mi mirándome con inseguridad. 

-Hola-susurró.

Se miraba tan tranquilo, pero sus ojos me decían que no lo estaba.

-Hola- las personas pasaban a mi lado, y me entretuve esperando una respuesta.

-Quería disculparme- asentí dándole la razón ¿Cómo podría decirle que no podíamos ser compañeros?

-Está bien, mi tío... es algo temperamental-  toqué mi cabeza donde ayer había ido el primer golpe y sonreí a medias.

Se quedó en silencio, y sentí que tenía que decir algo, pero la voz de Laura entre el bullicio de los demás.

-¡Asher!- me tomó del brazo dándome vuelta hacia ella y casi gritó en mi cara- Tienes problemas, al parecer ayer no entraste a nadas, el maestro te está buscando.

-Por eso ayer tenías el cabello seco cuando nos fuimos-declaró Caleb mirándome acusatoria mente.

-¿Se fueron juntos?- Laura retrocedió mirándome y luego a él- Luego hablaremos de eso.

-Pensé que después de todo, no creerías lo que dicen de mi- él esperó su respuesta pero Laura lo ignoró.

-El maestro venía tras de mi, salí corriendo, si me ve me castigará-me soltó dejando un dolor profundo en mi mano y miré como las parte del maquillaje se había ido.

-¿Te maquillas todo el cuerpo?-  su mano me tocó y un hormigueo se pasó a todo mi cuerpo, pero él solo notó mi mano sobre la suya.

Tomé aire para hablar pero alguien posó su mano sobre mi.

-Señorita, Caleb- saludó un hombre adulto mirando con una sonrisa.

Ambos estrecharon sus manos y me quedé escuchando.

-Señor, lo siento por no pasarme por el gimnasio- saludó.

-Las clases te consumen y es el último semestre- miré a Caleb asentir, el se iría en seis meses- ¿Tienes libre hoy?

-Hasta las 10.

-Perfecto, así podrás llevas a esta escurridiza alumna a las piscinas, ayer no entró a clases.

Me sentí mal al ser regañada frente a Caleb, pero él no dijo nada.

-No tengo traje de baño- recordé como lo había visto en mi casillero minutos antes de la clase en el gimnasio,pero no podía dejar de pensar en las manchas nuevas de ayer y las que tenía del día anterior, estaba echa un nudo de colores rojos, morados, negros y verdes.

-Tu padre mandó uno ayer-él maestro sonrió.

Mi padre había muerto, o eso sabía, mi padre no era como su hermano, o eso me hacía creer a mi misma.

-Fue mi tío- no pude no sonar como una niña malcriada, pero solo pensar, que él podría ser mi padre, me hacía sentir peor.

-La llevaré-dijo Caleb ante el silencio.

-Deja voy a firmar a la dirección y voy a la clase, que todos comiencen con los flotadores- murmuró con una sonrisa mientras se daba vuelta, pero se detuvo y mi señaló- Si sales de clase te suspenderé.

-No volverá a pasar-murmuré.

Los pasillos eran interminables, y el sótano se hacía mas cercano.

Mi corazón quería salir de mi pecho y mis lagrimas querían hacer su presencia en cada paso.

No podía hacerlo, si lo hacía tendríamos que mudarnos, tendríamos que volver a empezar, tendría que sufrir el enojo de mi tío por miedo a que lo descubran dañándome.

-Estamos atrasados- murmuró  Caleb con desesperación.

-No me hagas ir-supliqué, miró las puertas detrás de él y sabía que solo me ayudaría si lo mostraba, tenía que ser valiente por una vez en la vida-por favor.

-¿Es porqué te vean sin maquillaje o algo?-negué, maldición, tendría que hacerlo.

-Prométeme algo-asintió con sus ojos mirándome fijamente, sin vacilar, y me dio las fuerzas para poder hacerlo.

Levanté mi camisa, mostrando mi piel, llena de hematomas y él me observó por unos segundos, hasta que tomó mi mano y me sacó de ese pasillo.

Subimos al último piso y miró por los pasillos vacíos hasta sacar una llave de sus vaqueros, un cuarto lleno de instrumentos se abrió ante mis ojos, y él  entró llevándome con él.

-Quiero que te quites la camisa- me quedé helada mientras él  cerraba con llave.

-¿Qué?-él se movió entre un piano y caminó hasta una puerta más al fondo.

-Hace un año y medio conocí a una chica, tenía 17 años, ella era mayor que yo...

Movió algunas cosas y siguió.

-Me acosté con ella una solo vez en una fiesta, al día siguiente la policía llegó a mi casa con una orden de aprensión por violación, estuve meses pagando algo que no hice- se detuvo y me observó con una sonrisa ladeada- Muchos después de eso se alejaron de mi,y comenzaron a hacer mi vida imposible. Por eso repetí este último semestre.

-¿A que quieres llegar?-murmuré apretando la camisa contra mi cuerpo.

-Todos sufrimos de distintas formas, pero me ayudó mucho ir de caza, cazaba con mi padre y aprendí mucho, sin él hubiera terminado en una viga colgado.- miré su pecho respirando descontrolado- Todos necesitamos a alguien que nos ayude.

-Abre la puerta Caleb-miré sus vaqueros en donde las llaves estaban y retrocedí- No quiero hablar de eso.

-Ese es el problema, no me conoces, no te conozco, pero ambos tenemos algo en común, somo inocentes de lo que nos rodea, y eso nos hace tener un secreto en común.

Tenía razón, yo no era culpable, pero si podía confiar en él o no, no lo sabía.

Tomé el borde de mi camisa y la subí hasta el inicio de mis pechos y me volteé mostrando mi espalda, él se quedó en silencio, no tenía ningún indicio de morbosidad al verme, y pude comenzar a respirar tranquila.

Él dio un paso hacia delante y tocó mi piel haciéndome círculos sobre los hematomas.

-¿Quién te hace eso?-murmuró mientras sentía sobre mi hombro su aliento.

De pronto la  alarma sonó, por sobre nuestras cabezas.

Sentí sus brazos bajar mi camisa y me tomó del brazo mirándome con cautela.

-Es la alarma de incendios, hacen simulacros pero ponen una canción de fondo.

Salió disparado hacia la puerta y comprendí.

La alarma sonaba en todo su apogeo,no había música de fondo, y estábamos en el último piso.


Los inocentes.Where stories live. Discover now