Cap 10: Eres libre...

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Era como lanzarse sin remordimientos a un infierno de deseo ardiente. Habían estado separados demasiado tiempo y se necesitaban tanto que no podían ser suaves el uno con el otro. Su pasión no podía ser satisfecha sólo con un beso, pero un beso la encendió. Chris la besaba haciéndole daño en los labios, pero Dulce agradecía el empuje de su lengua. Separando sus bocas para tomar aliento, echó la cabeza hacia atrás y tembló cuando Chris entendió eso como una invitación para acariciar su cuello con los labios. Casi no sintió el roce de sus dedos mientras desabrochaban su blusa, sólo la brisa en su piel al abrirse ésta, dejándola desnuda ante sus ojos. Chris tomó sus pechos entre sus manos como si fueran algo frágil, acariciándolos primero con los dedos y después con la lengua.

Ella lanzó un gemido ahogado y sintió una deliciosa sensación entre sus piernas. Era un delirio doloroso, pero tan necesario... Dulce quería que Chris lo sintiera también y, jadeando, liberó sus manos para abrirle la camisa, apartándola impaciente para pasar los dedos por el vello sensual de su pecho, buscando los pezones. Le oyó gemir cuando los acarició y sintió que temblaba al lamerlos con la lengua.

Ya no había tiempo de echarse atrás. Con pasión creciente, cayeron sobre la hierba y se apretaron uno contra otro con desesperadas caricias. Sus ropas desaparecieron y se deslizaron piel sobre piel. Él le besó todo el cuerpo, ella lo acarició con las manos por todas partes. Cuando Chris se colocó entre sus piernas, sus gemidos de placer se oyeron en el aire del bosque. Pero nada podía compararse con la intensa emoción que sintieron cuando él la penetró, uniéndolos de nuevo.

Él se paró un momento intentando recuperar el control y la miró. Dulce lo miró con los ojos llenos de amor. Eso era lo que esperaba. Ese era el momento en el que todo volvía a ser como antes.

Él empezó a moverse lentamente al principio, alargando el placer hasta que se convirtió en una tortura, mientras la tensión crecía más y más dentro de ella, hasta que Dulce creyó imposible poder sentir más. 

Cuando Chris finalmente perdió el control, su empuje se hizo más fuerte, más profundo, más rápido y, con un 
grito de agonía, apretándose aún más fuerte contra él, llegó al clímax, experimentando un placer inenarrable cuando Chris llegó casi al mismo tiempo. Él cayó sobre ella con un gemido ahogado y Dulce lo apretó fuertemente entre sus brazos.

La calma descendió sobre el pequeño paraíso que compartían unos segundos después del éxtasis. Dulce se preguntó qué ocurriría entonces. ¿Significaría eso que Chris quería dejar el pasado atrás para volver a vivir como antes o no había sido más que el resultado de una necesidad imperiosa y ahora se despreciaría por haberse dejado llevar por sus más bajos instintos?

Él se movió, levantó la cabeza y la miró a los ojos sólo un segundo.

—Perdona, debo pesarte —musitó, echándose a un lado.

Chris no la había mirado durante más de unos segundos, pero había sido suficiente para ver el extraño brillo de sus ojos. Algo acababa de morir dentro de ella y sabía que era la esperanza. Habían sido demasiados golpes y supo que, si hacer el amor con ella no rompía el muro que había en su corazón, nada lo haría.

Nada. Nunca se rompería. Se había estado engañando a sí misma. Al fin abrió los ojos y vio las cosas como eran en realidad. Ella había matado su amor y el sexo era un pobre sustituto cuando claramente él odiaba el deseo que aún sentía por ella.

Se sintió enferma y se sentó en la hierba poniéndose la ropa con desesperación.

—Tenemos que volver —dijo, luchando con los botones de la blusa.

Chris también se había sentado y la estaba mirando.

—Ven, deja que lo haga yo —dijo suavemente. Pero cuando sus manos rozaron la blusa, Dulce se apartó.

Amor Robado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora