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—Así que, solo decidiste no cenar anoche—. La madre reprochó el porque no había cenado la noche de ayer, ese solo hecho le causaba preocupación a Heidi.

—No tenía hambre.

Nuevamente un pretexto para sólo estar en su habitación, sin compañía alguna. Evan no era un chico que tuviera muchos amigos, era solitario y tenía algunos problemas emocionales, además de que también tenía problemas para socializar con alguien.

—Eres un estudiante de último año en el liceo, Evan.

Mostró aún más preocupación por su querido hijo que de hecho, tenía un yeso en su brazo, se lo había roto por según el: «caerse de un árbol». Aunque realmente no era así.

—Necesitas ser capaz de ordenar cena para ti si estoy en el trabajo, puedes hacerlo todo en línea ahora, no tienes que hablar con nadie por teléfono, se que no te gusta el teléfono.

—Sabes, en realidad eso no es cierto. Tienes que hablar con la persona repartidora cuando llegan a la puerta y luego tienen que hacer el cambio, tienes que pararte allí, mientras cuentan el cambio...—Evan tenía la imagen de esa misma situación y aun teniendo un poco de ansiedad por eso.

—Okay, en esto se supone que deberías estar trabajando, Evan.

Miró a Evan un poco molesta por la poca socialización y el poco avance que ha tenido con el doctor.

—¿Con el doctor Sherman? Hablando con personas. Involucrándote con las personas. No huyendo de la gente.

—Tienes razón, voy a mejorar.

La indiferencia aún se notaba en su habla pero ahora miraba fijamente a su madre mientras esta arrugaba su frente con una obvia sospecha.

—No, no. Lo sé, se que lo harás—. Dejo de dudar y prefiero confiar en su hijo, después de todo era su madre y tenía que apoyarlo en lo que fuera.—Y por eso te hice una cita con el Doctor Sherman para esta tarde. Te recogeré después de la escuela.

—Ya tengo una cita la próxima semana—. Quejó Evan, mirando un poco molesto a su madre mientras esta omitía cualquier queja y de todos modos lo haría.

—Pensé qué tal vez podrías usar algo un poco más pronto—. Recordó uno de los trabajos que el mismo doctor le había dejado a Evan, y pasó a preguntar sobre eso.—Hey, ¿has estado escribiendo esas cartas que él quiere que hagas?, ¿las cartas a ti mismo?, ¿las cartas para animarte?. «¡Querido Evan Hansen, este va a ser un buen día! Y esta es la razón».

Como dijo Heidi, estas cartas eran para animar al pequeño Evan Hansen, ya que estaba teniendo problemas emocionales por diferentes motivos, como lo son su vida amorosa, sus problemas de socialización, su trato en clases, entre otras cosas.

—¿La has estado haciendo?—. Preguntó, Evan empezaba a molestarse al estar en un ambiente parecido al de una entrevista.

—Sí, empecé a hacer una.

Nuevamente dirigió su mirada hacia su computadora, estaba escribiendo la carta. Aunque..., solo estaba en el principio ósea, «Querido Evan Hansen». Heidi lo miró con una mirada incomodada por ese hecho, Hansen se dio cuenta y dijo.

—¡La terminaré en la escuela!

—Esas cartas son importantes, cariño. ¡Van a ayudarte a ganar confianza!, ¡Aprovechar el día!

—Otra vez...

—No quiero otro año contigo sentado en casa en tu computadora todos los viernes por la noche. Diciéndome que no tienes amigo.

—Yo tampoco—. Respondió con decepción el chico con el yeso, y aun tenía su mirada en el computador.

Tiempo después, a las siete cuarenta y cinco, Evan ya estaba listo para ir a clases, ya había desayunado y se había duchado. Estaba dispuesto a ya irse a clases, pero en un momento determinado, su la madre interrumpe con una idea que no le agrado mucho al bajito de Evan.

—¡Ya se!, ¡Hoy puedes ir y pedirles a los otros chicos que firmen tu yeso!—. Evan solo se dedico a mostrar una cara inexpresiva.—¿Que te parece?—. La madre ya sabia la respuesta, era más que obvio.

Sin respuesta la madre dio una pequeña queja.

—Oh vamos, ¡ese sería el rompe-hielos perfecto!, ¿no es así?

—Perfecto.

Evan no estaba muy contento con esa idea pero era mejor que nada así que la tomo en cuentas

—Ya estoy orgullosa de ti.

En otro lugar pasaba una situación, completamente diferente, la familia Murphy tenía un desayuno en familia, Connor el hijo mayor, discutía con su madre sobre ir a clases.

—Es tu último año, Connor. No vas a perderte el primer día—. Con cansancio la madre reprendió a su hijo levemente.

—Ya dije que iría mañana—. Volvió a contestar de mala manera a su madre, quien poco a poco estaba a punto de rendirse.—Estoy tratando de encontrar un compromiso aquí.

—¿Vas involucrarte aquí o estás demasiado ocupado en tu e-mail, Larry?

—Tienes que ir a la escuela Connor—. Con arduo trabajo, el trabajo trató de convencer a su hijo de ir.

—¿¡Eso es todo lo que dirás!?—. Quejó Cynthia.

—¿Que quieres que diga?, el no escucha—. Proclamó Larry.—Mira. No está escuchando. Probablemente está drogado.

—Definitivamente está drogado—. Comentó Zoe para ofender a su hermano.

—¡Jódete!—. Saco Connor para insultar a su hermana.

—Jódete.

Su madre salió para reprender a Zoe por lo que estaba haciendo, después de todo no era un buen momento.

—¡No necesito que molestes a tu hermano ahora mismo! Eso no es constructivo.

—¿Estas bromeando?—. Contestó de mala manera a su madre después de lo que dijo.

—Además, no está drogado..., ¿estás drogado? No quiero que vayas a la escuela drogado, Connor. Ya hemos hablado de esto.

—Perfecto, entonces no iré. ¡Gracias, Mamá!

Connor fue obligado a ir, y terminó yendo a su escuela.

Curiosamente entró al mismo tiempo que Evan, tal vez sea una señal de algo que pasaría. Aunque bueno tomaron caminos diferentes por el momento.

Ctrl + Z (DearEvanHansen;Treebros).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora