Retiré mis anteojos de su lugar para desvanecer aquél obstáculo que me impedía ver con claridad. Aquél momento de ceguera era inusual.
Con solo dos pasos, llegué a aquél mueble donde encontraría la joya. ¡Oh perfecto tono!, me cautivas cada mañana. Sin pensarlo dos veces tomé una cuchara, abrí el frasco y contemplé el café, lo olí y solté un gran suspiro.
Después de tan perfectas sensaciones recorriendo mi cuerpo, procedí a servir y mezclar el café. Una, dos, tres, cuatro y cinco vueltas para mezclarlo. Aún no lo probaba, tomé el azúcar y serví. Seis, ciete, ocho, nueve y díez vueltas. Después de dar el primer sorbo, miré por mi ventana...
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Tono perfecto
ContoPerfecto olor, perfecto tono negro. Un placer. No temas probarlo, aunque es muy probable que te cautive su olor y sabor. Mira por aquella ventana mientras lo pruebas, ten cuidado.