Capítulo 5: Es un cita

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«Debes disfrutar de los momentos felices aunque estos duren poco.

Los pequeños detalles son los que cuentan.

Como ver una sonrisa de esa persona, y será suficiente para que tú tengas una el día entero».

Capítulo 5:

Es una cita.


—«¿Debes irte?» —pregunta Daimon ya sabiendo la respuesta, pero sin poder evitar que las palabras salgan de su boca de todas formas

Oliver voltea a ver a Daimon, luego de calmarse por su reciente arrebato de preocupación. Y sí, la manera en la que el lobo pronuncia aquello le hace sentirse mal. Demasiado. ¿Pero qué otra cosa puede hacer él? Claro que ya tiene que irse, estuvo desaparecido toda la noche con apenas una semana de haberse mudado a ese pueblo, no ha salido de casa en todo ese tiempo mas que para ir al pequeño supermercado un par de veces —además, era de día cuando fue—. Se supone que debía de regresar a casa la noche anterior antes de que su madre sirviera la cena. Bueno, ahora recibirá un gran sermón.

Está bien. Su madre puede que sea muy relajada en muchas cosas y puede que no sea tan estricta en ocasiones, pero sí le gusta saber cuándo va a allegar su hijo a casa —o sí lo haría, por lo menos—. Tampoco es como si fuese una maniática del control que mide todos los horarios de Oliver de forma meticulosa; después de todo, él ya tenia dieciocho años y se supones que no le dé explicaciones.

Okay, aún tiene que darlas porque es su madre, vive con ella y  mentalmente sigue siendo un niño; es mejor no abusar. Pero eso no es el asunto, ¿bien? Su madre es una persona que aprecia la honestidad y la confianza, y odian que la personas rompieran sus promesas. Así que, si Oliver dice que estará en casa antes de la cena, Oliver debe estar en casa antes de la cena. O, como mínimo, no desaparecer toda la jodida noche sin siquiera avisar dónde estará.

Por esa razón, aunque le fascinara tanto todo lo que paso hace unas horas al conocer a Daimon y la existencia de criaturas sobrenaturales, no podía permanecer allí ni un minuto más. Tiene que encontrar la manera de volver a, la que ahora es, su nueva casa y ver qué tan mal se ha puesto su madre con su reciente desaparición.

—Debo irme ya. En serio, lo siento —responde Oliver a la duda del lobo luego de haber estado callado por un largo rato—. Se supone que tenia que ir a casa ayer como a las ocho. Desaparecí toda la noche sin ninguna razón, tampoco llamé para avisar porque mi batería murió. —Oliver trata de explicar, más o menos, su situación—. Mamá debe de estar por entran en una especie de colapso o algo por el estilo. Ella tiende a... exagerar con algunos temas y preocuparse más de la cuenta. —La angustia tiñe su voz al pensar a su madre desesperada y sin poder dormir por su culpa, aunque solo se haya ausentando por unas cuentas horas—. Seguro cree que encontrarán mi cuerpo en una zanja o que la llamarán de una morgue local para que identifique mi cadáver. Y bueno, ella es la mejor madre que pueda existir; de verdad es fantástica y no se merece eso.

Daimon puede ver la genuina preocupación que empaña los lindos ojos del humano y aquello lo hace sentirse horrible. Parece que Oliver es muy unido con su madre, y aunque él no puede decir lo mismo de la difícil relación que tuvo con la suya, es capás de notar lo mucho que al chico le afecta.

Sí, Daimon quiere que Oliver se quede, al menos un poco más de tiempo; aún hay muchos sentimientos mezclados que quiere descifrar y la curiosidad por saber cómo Oliver puede callar a las voces, también le hace desear permanecer con el humano por otro par de horas.
Pero si para el chico es tan importante volver a su casa y ver cómo se encuentra su madre, Daimon no será el que se interponga; la inusual y creciente necesidad de ver a Oliver sonreír no se lo permite.

Daimon: La Bestia del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora