Me encontraba en medio del campo, bajo un árbol, pintando. Siempre me iba allí después de las clases, era como mi sitio "secreto". Me ayudaba a pensar y a despejar mi mente, además me dedicaba a pintar allí. Las vistas eran alucinantes desde allí. Era como un regalo estar ahí.
Acabé mi nuevo trabajo y suspiré. Por fin terminé lo que me había costado crear. Sonreí ante el magnifico resultado y decidí ir a dar una vuelta por el monte mientras lo dejaba secar. Allí nunca iba nadie así que habían pocas posibilidades de que me lo quitaran. Al comenzar a caminar noté la presencia de alguien, como si alguien me observara, así que comencé a mirar a mi alrededor pero no vi a nadie, no le di importancia y seguí caminando.
Al cabo de unos minutos una gota caió sobre mi mejilla. Me la sequé y miré hacía arriba. No me había dado cuenta de que se había nublado el cielo. Otra gota caió sobre mi frente, y otra sobre mi hombro. La lluvia se estaba cogiendo así que dí media vuelta y salí corriendo hacia el árbol. Gracias a este mi cuadro no se había mojado, pero peligraba así que lo cubrí con una tela, recogí el caballete, los pinceles, las pinturas y las metí en mi bolsa. Me la colgué en el hombro, cojí mi cuadro y salí corriendo hacia mi coche, que estaba aparcado a la salida de este lugar. Llegué al coche, metí todo en el maletero y arranqué para poder salir de allí.
Puse en marcha los parabrisas para poder ver, la que estaba cayendo era buena y me asusté. No quería tener ningún accidente. Me ayudó que no viniera nadie por aquí, así que pensé que no pasaría nada. Pero, de repente, una silueta negra se cruzó en mi camino y frené de golpe. Me quedé mirando a través de la ventana y, con el corazón acelerado, salí a ver que era pero no ví nada ni a nadie y eso me asustó aún más. ¿No me estaría volviendo loca? Temblando del frío me metí en el coche y seguí mi camino hasta llegar a mi casa.
Aparqué el coche en el garage y me adentré en casa con todos los trastos, los dejé a un lado y suspiré. Estaba empapada. Gracias a diós mis padres no estaban aquí si no me hubieran hechado una gran bronca. Subí todo a mi habitación y me preparé un baño, me puse el pijama y me dí cuenta de que ya había dejado de llover. Entonces me acordé del "accidente" que había tenido cuando venía hacia aquí. ¿Era real o había sido una alucinación? ¿Como era posible que el individuo hubiera desaparecido tan rápido? Podría haberle matado. Comencé a ponerme nerviosa y decidí intentar olvidarme de lo ocurrido. Cogí mi cuadro para llevarlo a mi pequeña galeria que tenía junto a mi habitación. Lo colgué y me quedé observando todos los cuadros que tenía allí. La verdad es que para lo mucho que había trabajado no había mucha cosa. Oí la puerta de la entrada cerrarse y supuse que eran mis padres. Salí de allí y entré en mi cuarto.
Me puse hacer deberes ya que al día siguiente tenía instituto. Al cabo de una hora los acabé. Cuando me estaba preparando la mochila me percaté de que me había dejado un par de pinceles en el campo, se me olvidó comprobar que tenía todo antes de salir de allí. Me ví obligada a coger el coche y ir a por ellos. Como ya era de noche cogí una linterna, mi chaqueta, me recogí el pelo en una coleta alta y salí de allí subida en mi coche.
Gracias a diós no llovía, no quería que se repitiera el incidente de antes. Aparqué donde siempre, salí del coche y me dirigí hacia el árbol con la linterna encendida. Comencé a buscarlos por donde había estado pintando pero no los encontraba. Algo me golpeó en la frente y elevé la vista. Mis pinceles estaban colgando por un hilo en una rama... ¿Quién los había colgado ahí? Los cogí y miré alrededor mío pero no había nadie. Me fuí de allí. Cerré la puerta del coche y me quedé sentada mirando al frente. ¿Que demonios significaba eso? Alomejor solo era alguien que los había encontrado y simplemente los ha dejado ahí por si el propietario volvia... ¿No se supone que aquí no viene nadie?
Dejé los pensamientos a un lado y volví a mi casa. Cuando llegué la cena ya estaba sobre la mesa y me senté con mis padres a cenar. Les expliqué a donde había ido pero no les conté nada de lo ocurrido. Acabé de cenar y recogí mi plato. Me despedí de ellos y subí a mi cuarto. Como ya tenía el pijama puesto lo único que hice fue meterme en la cama pensando en el día que había tenido hasta que me quedé dormida.