Me resbalé y me caí al suelo. No me había dado cuenta de que mi madre había fregado el suelo. No es una buena manera de empezar una mañana de sábado. Me levanté como pude y un bostezo salió de mi boca. Apenas pude dormir anoche. Ayer, cuando me encontré el tulipán, me asusté porque eso significaba que sabía donde vivía pero por otra parte me calmó. Si quería hacerme daño ya lo hubiera hecho ya que sabía donde vivía y eso le hubiera facilitado las cosas. Pero el tema me seguía dando mala espina. Llamé a Michael para contarle lo que ocurrió, a parte de que se quedó muy alterado no pasó nada más.
Salí de la cocina procurando que no me cayera otra vez al suelo y me senté en el salón para esperar a que se secara para poder hacerme mi desayuno, el mismo que todos los días. Me iba a ir de compras a la ciudad con Michael, que había insistido en que no podía ir sola, porque se hacercaba el bautizo de mi primo y no tenía nada para ponerme.
Puse la tele mientras esperaba a que se secara y me apareció un documental que hablaba de los tulipanes. Me quedé observándolo durante unos minutos y acabé cambiando de canal. Cuando suspuse que el suelo estaba seco me levanté y me preparé mi colacao. Me lo tomé rápido, metí al taza en el fregadero y subí arriba a vestirme. Antes de que me fuera de compras tenía que pasarme por correos para recoger un paquete. Había comprado por internet más material para pintar.
Esta vez opté por una falda granate que me llegaba por encima de las rodillas con medias negras, una camiseta gris de tirantes con mi chupa de cuero negra y, como no, mis martens granates. Me recogí el pelo en un moño de bailarina bien hecho y bajé abajo. Como mis padres aún estaban durmiendo ya que era su día libre no cogí las llaves, les despertaría con el timbre.
Comencé a caminar por el pueblo y en seguida llegué a la oficina de correos. Me reconocieron al momento y me dieron el paquete que iba a mi nombre. No era la primera vez que iba allí. Ya que no era un paquete muy pesado y lo podía llevar en una sola mano decidí ir a dar una vuelta por el pueblo.
Me fijé en una nueva tienda que habían abierto. Era una tienda de discos. Entré para echarle un vistazo. El sitio estaba muy chulo. Estaba lleno de estanterías con discos de todos los estilos de música. También tenían discos de vinilo. Las paredes estaban llenas de posters de los mejores grupos de música de los 70, 80 y 90. Al final de cada estantería había un reproductor de música con cascos para poder escuchar novedades.
Me paseé por la estanterias en busca de un disco de mi cantante favorito, Ed Sheeran. Llevaba tiempo buscándo su disco, pero nunca encontraba una tienda de discos o simplemente no lo tenían. Al fin lo encontré y le heché un vistazo. Era la versión deluxe, es decir, que le añaden unas cuantas canciones. Comprobé el precio para la próxima vez que volviera, ya que no me había cogido nada de dinero. Me despedí del dependiente y salí por la puerta.
Llegué a casa y toqué al timbre varias veces para que pudieran oírme. Al cabo de unos segundos mi padre me abrió la puerta dejándome entrar.
-Buenos días papá -le sonreí.- ¿Sabes que han abierto una tienda de discos? También tiene de vinilo.
-¿Y dónde está la tienda? -dijo seguido de un bostezo.-
-En la calle siguiente a la de la oficina de correos -dije mientras subía a mi cuarto.-
Dejé el paquete sobre mi mesa de estudio y me senté en mi cama. Cogí el móvil para comprobar si tenía alguna llamada de Michael, pero no tenía nada. Aún era pronto para recibir señales de vida de él. Entré en 'mi música' y puse Ed Sheeran. Su música me encantaba. Dentro de poco iba a sacar su nuevo albúm y tenía muchas ganas.
Cogí el paquete y lo abrí para comprobar que lo de dentro estaba intacto. Eran nuevos pínceles y temperas. Los puse con el resto de material.
Mi móvil comenzó a bibrar así que paré la música. Michael me estaba llamando. Descolgué.