XI

98 10 0
                                    

A ti, la persona que está leyendo:

Respiro. Recuerdo. Revivo.

Respiro, cierro los ojos y veo nuestros últimos minutos.

Mi cabeza venía en el rechazo de un beso que jamás pasó. Ya pensaba en cómo contárselo todo. Entre risas esperando su expresión de sorpresa indignación. Y la manera en la que su nariz se arrugaba ligeramente.

El chico me abrazaba del hombro. Se lo permití, porque sentí que de esa manera se sentiría el ganador. Aunque por dentro me orinaba. Rogaba encontrar un baño. Y se lo expresé al chico y con lujo de detalles.

Llegamos a la zona donde los habíamos dejado a ellos, la pareja destinada a ser feliz. Y no estaban. Los vi a la lejanía. En la esquina de esa calle, caminando igual que nosotros.

Corrí hacia ellos, sintiendo el dolor de estómago que ataca cuando aguantabas demasiado y les grité con orgullo y pecho:

—Hey, me estoy meando, ¿Volvemos o no?

Debimos haber vuelto a la casa del cumpañero. Los cuatro.
Pero después...

—Vayan —me dijo la persona más insegura andando en calle a las 3 de la mañana.

La miré y alcé una ceja. Y ella asintió con esa sonrisa... Esa sonrisa con la que podes iluminar hasta la sala más triste y oscura. Todo en señal de que estaba bien. Que podía volver sola. Que ella iba a estar bien...

Y me fui. ¿Por qué mierda me fui? ¿Por qué no insistí en que volvieran?

¿POR QUÉ MIERDA?

Recuerdo esa felicidad con la que la dejé. Me había transmitido esa seguridad... que me quedé tranquila.

Hasta que después del baño y el rumoreo del no beso a unas amigas, escuché el disparo.

No pensé en ella. No pensé en él, mi hermano de corazón. No pensé en que algo les pasó.

No, en vez de eso pensé lo más inutil. "La policía".

Seguí a todos cuando entraron a la casa. Buscando consuelo y protección en los padres del cumpleañero. Pensamos que era la policía por denuncia de mucho ruido. Ninguno estaba ebrio, NADIE. Pero corrimos por susto...

Susto insignificante que después se reemplazó a infarto.

Revivo su mirada paralizante y congelada al llegar corriendo a la casa.

Su pecho subía y bajaba, desesperada. Me acerqué asustándome un poco. Ella trataba de dar explicaciones balbuceándome. La tomé de los brazos queriendo saber que había pasado, pero no dejaba de temblar.

Y después...

Después vaciló, simuló mucho a gelatina y decayó.

La tomé en mis brazos, llamándola desesperada. Pero estaba ocupada tratando de recuperar el equilibrio y la postura.

Trató una... dos veces... y luego sus ojos se volvieron blancos y se dejó caer al suelo. No con estruendo. Porque mis brazos estuvieron ahí para evitar que se lastimara. Cayó como caería una rosa marchita... todo por el shock.

No entendía qué había pasado. No sabía nada. Lo que estaba consciente era que mi mejor amiga moría. O estaba a punto.

Las lágrimas comenzaron a salir de mi rostro. Y no me importaba que la gente estuviera morando. Yo susurraba su nombre, pensando... no, ni siquiera pensaba sólo miraba asustada. Rogaba, me decía a mí misma "No cierres los ojos" "Por favor, no cierres los ojos".

Lo que menos hubiera querido era que los cerrara y no volviera a abrirlos.

La quería abrazar, llorarla... pero él no me dejó. Mi hermano me vio, me tomó de los brazos y me dijo que le diera espacio.

Pero yo no quería eso, Yo quería abrazarla, sentirla cerca mío y no dejarla ir.

Quería decirle que todo iba a estar bien. Que estaba yo... Pero cerró los ojos. Y no los abrió por un rato.

La situación me cayó como agua helada. Reaccioné y miré a mi hermano preguntando qué mierda había pasado.

Cuando lo contó me congelé.

¿Qué hubiera pasado si...?

🔒

La canción es la misma que estaba escuchando cuando comencé a escribir esta parte. Sentí que expresaba todo. Espero les ayude a disfrutarlo y sentirlo igual.

A ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora