Capítulo 29: "Has cambiado, has cambiado"

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Narra Paul

Me debatí internamente sobre el rumbo que tomaría mi vida. Había vuelto como una brisa de verano, y yo había cedido cualquier derecho que fuese por sentirla conmigo.

Y es que, cuando alguien te toca el corazón, no tiene nada que ver con el tiempo. Incluso te puede llenar más una persona en tan corto tiempo, que otra en una eternidad. 

Nos habíamos encontrado por fin, pero estábamos tan diferentes...

—¿Cómo qué ha regresado? --preguntó John cuando llegó hasta mi proximidad-.

—Ni yo mismo lo sé --susurré-.

—Te ha partido el alma, ¿no es así?

—Me la ha restaurado completa.

Por mi parte, y por desgracia, a mi me volvieron a brillar los ojos al verla, la veía incluso, como jamás la había visto: más linda y más segura que antes. Quizá, y muy seguramente, ya no era mía.

—¿Jane vendrá? --volvió a hablar John-.

—No --le miré-- le he dicho que hoy no venga, que según esto, será un día de producción muy sofocante.

—Ayer ha ido a visitarla.

—¿A quién te refieres?

—Ayer George ha ido a visitarla --levantó una ceja-.

Había crecido con Harrison, y era como mi hermano menor, pero resulta que sentía una serie de exuberantes celos cada vez que me enteraba que él aún  seguía las huellas de su olor, loco por su amor.

Finalmente, ella se despidió alegre de John y George que se ofrecieron a llevarla hasta el hotel en que se alojaba estos días, ella negó, sonrió, me miró, yo estaba apenas a cuatro metros de distancia, se heló como lo había hecho antes y se dio media vuelta para marcharse.

Entonces me adelanté  y tiré de ella con cuidado. Nos quedámos unos instantes así, simplemente mirándonos, porque ambos sabíamos que nos faltaba mucho que decir.

—Algo cambió dentro de mi... --le miré en cada momento-- lo estoy sintiendo y cada día crece más y más.

—No tengo tiempo para esto --bajó la mirada, pero aún la tenía sostenida-.

—Escuchame, dame dos minutos, no apures el tiempo.

Se cruzó de brazos, me miro con indiferencia y se quedó a escucharme, tenía  un nudo en la garganta y el amor que nos merecíamos estancado en el alma.

—Te escucho --respondió fría como ya era de costumbre-.

—Cuando te marchaste tuve mil dolores de cabeza, mil momentos de tristeza y una culpa equivalente a un millón, a un millón de años de tu amor. He estado tan alejado que de mi te has olvidado, yo sé que me lo he buscado, pero ni aunque te pida mil veces perdón, volverías a mi corazón. Mi corazón se está rompiendo en mil pedazos y no puedo dejar de llorar, así que estoy aquí, pidiéndo --para este momento ya me había soltado a llorar y ella también -- que me digas que tu dulce amor aún es mío y suplicando que me des una oportunidad más para satisfacerte y darle a nuestro hijo todo lo que ambos juramos hace tiempo.

—Si fue así, ¿por qué no me buscaste? --dijo entre enfadada y dolida-.

—Entendí que me había equivocado, y salí a buscarte. Viajé  a América, le rogue a Harrison que me ayudará  y lo único que recibí sobre ti, fue una sería de pistas falsas, me volví loco, y en un intento fallido por encontrarte George me dijo que sabía  de ti --como me costaba hablarle-- pero por más  que suplique él  se negó a dejarme ir a buscarte, fue entonces que te escribí una tras otra y tras otra carta, y se las entregué a él, confiando en que serían para ti, pero nunca me respondiste, así que tuve que aceptarlo, porque estaba seguro que me habías olvidado.

We Can Work It Out ll • Paul McCartney y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora