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- Entonces... ¿Le diste la flor? - Preguntó Mark, mirando con entusiasmo al castaño, quien sólo asintió con la cabeza. - ¿Y qué le dijiste? -

- Ugh, sólo le di la flor y me fui rápido, mi abuela me estaba esperando - Mintió Eduardo, intentando parecer lo más creíble.

- Uh, tal vez yo pueda intentar hablar con ella para que se junte contigo - Agregó un pequeño de camisa azul con una corona de papel en su cabeza.

- Acércateaellayjuroquetegolpearétanfuertequeinclusotusancestroslosentirán - El más bajo sólo asintió con miedo ante la amenaza.

- Hablando de acercarse a ella, estuvo toda la tarde hablando con el niño raro que te mencioné la otra vez - Mark señaló hacia un árbol, en el que estaban el noruego y Laurel, leyendo lo que parecía ser una historieta. Esa imagen provocó que a Eduardo le hierva la sangre y se levante rápidamente para acercarse.

- Vamos Tord, es obvio que los héroes le ganarán esta vez - Habló la pequeña con total seguridad. - Si tengo razón me comprarás un chocolate -

- Y si yo tengo razón entonces... Uh... Entonces me conseguirás el siguiente tomo de esto - Respondió el mayor mientras señalaba la "revista".

El español no se dio cuenta de lo cerca que estaba hasta que los menores le dedicaron la mirada.

- ¿Tú eres ese segundón del que habló Edd? - Comenzó el niño, mirando con indiferencia a la persona frente a él.

- Oh, ¿así que te llamas "Segundón"? Qué nombre tan curioso, suena lindo - Soltó inocentemente la más pequeña, causando una carcajada del de rojo y una mirada de confusión y ternura del de verde.

- N-no, me llamo Eduardo y no soy ningún segundón -

- Como digas segundón, ¿qué haces aquí? No habrás venido porque estás celoso, ¿verdad? Porque en la escuela corre el rumor de que te gusta Laurel - Cuestionó presumidamente el extranjero, pasando un brazo por el cuello de la niña, quien sólo miraba confundida.

- No seas tontito Tord, ¿por qué estaría celoso si solo somos amigos y fundadores del club de anime? - Bufó inflando las mejillas, a lo que su amigo sólo rió y asintió.

- Sí, no tienes por qué ponerte celoso, segundón. Sólo somos amigos -

Ya sea por la vergüenza o la ira, la cara de Eduardo no podía estar más roja, quería seguir discutiendo, pero no quería incomodar a Laurel. Simplemente se volteó para volver con sus amigos, pero se detuvo al oír la voz de la pequeña.

- Adiós Eduardo, espero que nos veamos en la escuela - Aunque éste estaba volteado, pudo imaginarla saludando con sus pequeñas y adorables manos, causando que, extrañamente, su rostro sí pueda volverse más rojo.

~•~•~

N/A: Me gustó la idea de Laurel y Tord como unos completos otakus en su club con solo dos miembros xd

Dulce | EduardoLaurelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora