No creí que ese día de verano fuera a conocer al hombre que le daría alegría a mis días más obscuros. Pasamos unas varias semanas conociéndonos; eras tan lindo, simpático, caballeroso y te reías de mis chistes malos.
Tu cabellera azabache brillaba cuando estábamos sentados viendo el atardecer enfrente de mi condominio; podía pasar horas observando aquel destello travieso de esos claros que me miraban con amor. O al menos eso parecían transmitir.
YOU ARE READING
The End of all Things
Historia CortaMe mentiste y jugaste con el amor que te tenía. Ahora miraré como ardes.