CONVERSACIONES NOCTURNAS
El primer día de instituto del 2018 pasó como todos aquellos del 2017, calmado y aburrido, sin un ápice de emoción, con las típicas risas del recreo y algunos cuchicheos entre clase y clase y, sobretodo, con esas ganas inhumanas de que se acabe ya la última hora para salir corriendo a devorar lo que sea que haya para comer en casa, al menos esa es mi parte favorita del instituto, la de irse a comer.
Llegué a casa y tiré la mochila de mala manera al lado de la puerta de entrada, grité un "hola" que no obtuvo respuesta alguna y me encaminé a la cocina, donde esperaba encontrar a alguien.
Jes, mi hermana mayor, estaba sentada frente a la mesa de la cocina, pelando una manzana sin levantar la vista, ni siquiera para mirarme cuando entré como un torbellino, con un hambre voraz, dispuesta a comerme la nevera con puerta y todo si hacía falta.
Pelaba la pieza de fruta con movimientos vagos y tenía un aire de tristeza alrededor, aún llevaba el pijama por lo que supuse que no habría salido de casa en toda la mañana.
-Luca se acaba de ir. -Dijo sin mirarme.
-Entiendo. -Respondí.
Abrí la nevera para buscar algo fácilmente comestible en mi habitación, pasaba de ver la cara de mi hermana después de otra de sus discusiones con el cretino de Luca, menos mal que él no estaba en casa cuando llegué, hubiese aborrecido tener que verle y más aún saludarle, sus ojos saltones, como de psicópata, me ponían muy nerviosa.
Con un tupper de ensalada de pasta bajo el brazo subí de dos en dos las escaleras hasta llegar a mi parte favorita de la casa, mi habitación, mi reino.
Cerré la ventana que se había quedado abierta desde que salí de casa a las ocho de la mañana y puse la calefacción al máximo sin poder contener un escalofrío que me sacudió entera y me dispuse a comer en el escritorio mientras veía cualquier cosa en el portátil.
Dediqué toda la tarde a ponerme al día con las cosas de clase, durante las vacaciones no hice gran cosa, aproveché para salir con mis amigos de Vigo, a los cuales había ido a ver, así como a mi familia materna.
Crucé unas palabras con mi madre justo después de cenar volví otra vez a mi reino. Hoy mi madre llegó un poco más tarde de lo habitual y aparentemente más cansada, por lo visto, había habido un accidente de tráfico y no daban abasto en el hospital, ella es enfermera y hay veces que la profesión la supera.
Aproveché que lo había terminado todo antes de las diez y llamé a Leo un rato para hablar con él antes de dormir y así ponernos al día.
-Hola Al. -Sonó su cantarina voz después de dos llamadas perdidas. - Perdona, estaba acabando de cenar.
-¡Hola L! -Yo le llamaba simplemente L a veces porque era la única forma de acortar su nombre sin parecer más tonto de lo normal. - ¿Qué tienes que contarme?
- Puff. -Resopló. -No sé qué hacer la verdad, sabes que voy a seguir hasta el final.
-Ya...me lo imagino, y ya sabes lo que pienso, que está jugando contigo, no es trigo limpio Leo, créeme.
Mi voz sonaba enfadada a través del teléfono, pero es que estaba completamente histérica y enfurecida, estaba harta de que Leo se volviese loco por chicas que no le hacían caso y le daban falsas esperanzas una y otra vez, pero él no aprende.
-Leo hazme caso, intenta olvidar un poco a Valeria, además ya te engañó en una ocasión cuando te dijo que no se vería con más chicos y lo hizo ¿Qué te hace pensar que ahora cumplirá su palabra? Estoy segura de que si lo hizo una vez no dudará en hacerlo otra y el que sufrirás serás tú no ella y bueno, yo también sufro, que tú y tus amores me levantáis dolor de cabeza.
Se hizo el silencio al otro lado de la línea, igual había sido un poco dura con mi enamoradizo amigo, pero tenía que abrir los ojos, yo estoy completamente segura de que encontrará una chica hecha a su justa medida, que sea capaz de darle lo mismo que ella recibirá de Leo, que es todo un romántico, y apuesto lo que sea a que la llenará de mensajes tiernos y abrazos.
Leo es alto y delgado, igual un poco desgarbado, pero es que pegó el estirón antes del verano y su cuerpo de hombre aún se está formando. Esconde sus ojos verdes bajo unas gafas de pasta negras, que le dan un aire intelectual e interesante pero que, por lo que se ve, no resulta demasiado atractivo; además, la pubertad dejó su huella en él y un montón de granitos surcan su rostro. Tiene una sonrisa hermosa, unos dientes grandes y perfectos, rodeados por unos carnosos y rosados labios y, además, es deportista y muy muy divertido, no creo que le sea un mal partido, simplemente, no es afortunado en el amor.
-Ya lo sé Alma, me repites lo mismo todos los días, pero yo no quiero escucharte, bueno, leo tus palabras pero no las creo, no les hago caso, quiero seguir pensando que todas las excusas que me pone Val para no quedar conmigo son reales, que es verdad que quiere encontrar la manera de vernos aunque, por más que me duela admitirlo, una parte de mi sabe que es todo una gran mentira.
Leo pronunció estas palabras de la forma más triste posible, con un sentimiento que me conmovió de pies a cabeza, yo le escuchaba tumbada sobre la cama y no pude evitar frotarme la cara en gesto de desesperación.
-Bueno Leo, no te preocupes, no vayas detrás de ella desesperado como su perrito faldero, dale lo mismo que recibes y el tiempo dirá si es o no la indicada. Sabes que Valeria no es de mi agrado, pero también sabes que lo único que quiero es que tú seas feliz y si os gustáis yo estaré encantada, pero si te rompe el corazón...también se rompería el mío.
Recibí un simple y vago "vale" a modo de respuesta y le escuché resoplar antes de colgar el teléfono.
Me metí en la cama y apagué la luz para dormir yo también, dejando a mi mente fantasear un poco recordando mi cita de vacaciones e imaginando como sería la siguiente.
En la habitación de al lado, mi hermana dormía, sola, con la almohada empapada de lágrimas.
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4 días
Roman pour AdolescentsUn año, 365 días de una vida, que pasan tan rápido como cuatro y en los que cabe todo un siglo. Una historia de amor, juventud y nuevas oportunidades. Capítulos muy amenudo! Sígueme en insta: @lauritaasturias16