ENERO

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SÁBADO

El sábado se convirtió en mi día favorito de la semana, era el único día que podía ver a Iker. Los dos vivimos en la misma ciudad, solo que cada uno está en un extremo y, además, yo me tengo que dedicar por y para segundo de bachiller y él trabaja en un restaurante a la vez que estudia economía, así que solo encontramos tiempo para vernos durante el fin de semana, de momento, porque en un futuro espero que podamos quedar con más regularidad, la verdad es que estoy realmente ilusionada desde que apareció en mi vida, he vuelto a sonreír.

Iker y yo quedamos en la plaza del ayuntamiento para tomar algo por la tarde, charlar un rato y conocernos mejor. Esta sería nuestra segunda cita, aún es todo demasiado delicado y puede romperse en cualquier momento, todas las historias que he estado construyendo en mi cabeza pueden hacerse añicos. La fragilidad de la situación me pone la piel de gallina, digamos que estamos en esa especie de periodo de prueba, estamos comprobando cual es nuestro nivel de compatibilidad y los nervios me están devorando viva, temo profundamente que no llegamos a conectar y todas mis ilusiones queden truncadas.

Me estaba esperando apoyado sobre la fuente que hay en el centro de la plaza, con unos vaqueros ajustados, una camiseta blanca y una chaqueta muy moderna, la ropa se ajustaba a la perfección a su esbelto cuerpo, estaba demasiado guapo.

Me acerqué con timidez y le saludé con dos besos en la mejilla, me cogió la mano y me acercó hacia él, achuchándome de una forma muy tierna.

-¿Dónde te apetece ir? –Preguntó.

-No sé la verdad, tengo ganas de algo dulce.

-¿Qué te parece un chocolate?

-No estaría nada mal.

Se me escapó una sonrisa demasiado tonta cuando me miró con sus preciosos ojos color miel, casi amarillos, y me guio por las calles hasta una chocolatería.

Era la primera vez que entraba ahí, un pequeño bar de paredes color pastel y bancos con cojines se apareció ante mis ojos cuando abrió la pesada puerta cuyo tosco estilo nada tenía que ver con la adorable decoración interior.

Nos sentamos en una mesa al fondo, bastante apartada e íntima y esperamos a que nos trajesen dos grandes tazas de humeante café.

-Eres una golosa eh. –Me dijo mostrando la mejor de sus sonrisas.

-¡¡Sii!! –Respondí con las comisuras de los labios aún manchadas de chocolate. –La verdad que me vuelve loca todo esto.

-¿Sabes? Creo que me siento muy a gusto contigo, eres una chica realmente encantadora.

El mundo se me cayó encima al escuchar sus palabras y me dio un vuelco el corazón, creo que me puse roja al instante y bajé la mirada azorada por sus palabras. Él me cogió la mano sin parar de mirarme y yo fingí tener que arreglarme el pelo para soltársela porque me estaban empezando a sudar. Él debió de notar mi nerviosismo ya que me levantó la cabeza cogiéndome suavemente por la barbilla y depositó un tierno beso en mis labios.

El tacto de su boca era suave, como el terciopelo, y cuando se apartó de mi lado me dejó una sensación de vacío inexplicable. Sonreí tímidamente y conseguir articular una frase:

-Vaya...no sé qué decir...yo estoy muy ilusionada con toda esta situación y me gustaría muchísimo que la cosa avanzase y todo saliese bien.

Los ojos le brillaron al escuchar mi respuesta y volvió a cogerme la mano, esta vez yo no la aparté.

La tarde se sucedió entre risas, besos, anécdotas y mucho chocolate y, un poco antes de la hora de la cena, se despidió de mí con un apasionado beso que me dejó completamente sin palabras, y se alejó calle arriba, caminando con paso decidido con las manos en los bolsillos de la chaqueta, mientras yo permanecía inmóvil frente a la puerta del bar, viendo como su figura se difuminaba poco a poco, guardando dentro de mí un montón de mariposas que agitaban frenéticamente sus alas en mi estómago.

4 díasWhere stories live. Discover now