22 de diciembre de 2015

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Son las 2:20 am.

Estás conectado, estoy conectada. No estamos hablando, hace ya mucho tiempo que dejamos de hacerlo. Podemos enviarnos 10 mensajes al día, quien nos conozca hoy no nos creerá que esa cantidad solíamos enviarnos por minuto. Que solíamos hablar todos los días, todo el día. Que uno podía saber qué estaba haciendo el otro con exactitud.


Son las 2:25 am y extraño nuestras conversaciones a estas horas.

Hablamos de cualquier cosa, de todo y nada. Llegamos a las 3 de la mañana y alguno se quedó dormido. Pero así era perfecto, así nos teníamos.


Son las 2:30 am. A estas alturas nuestras conversaciones ya no eran decentes. Eran precisamente de los adolescentes de 16 años que éramos. Y sin embargo no sabíamos lo que hablábamos porque ni tú ni yo éramos los malditos ninfómanos que ahora somos. Nos traicionamos. Yo primero, pero de todas formas me duele más la traición que a ti.


Son las 2:35 am. ¿Recuerdas cada promesa que nos hicimos? ¿Cuántas cumplimos? Espero que me corrijas porque yo cuento 0. Nos prometimos el mundo y tú decidiste quedártelo, me lo arrebataste y te fuiste.


Son las 2:40 am. No sé qué fue lo que te hizo irte. Estaba rota y lo lamento, sabías que me apoyaba de ti para unirme y jamás pensé que podría cortarte con alguno de mis pedazos. Jodidos pedazos tan filosos que ahora no soy capaz de mantener a nadie tan cerca. ¿Recuerdas cuando eras tú el que no estaba bien? Me sentía culpable, creía que al tomarte de salvavidas había logrado hundirte. Pero te saqué, o al menos ayude a hacerlo y cuando estuviste casi fuera me ahogaste y huiste. Simplemente no lo vi venir, aún después estiré mi mano para que me ayudaras. No lo hiciste. No volviste por mí.


Son las 2:50 am. ¿Qué estoy haciendo? Te estoy escribiendo, como siempre, algo que jamás leerás. Te estoy diciendo cosas de las que nunca te enterarás porque no tiene ningún sentido. Jamás supiste lo mal que la he pasado por ti, sin ti. Y la maldita razón es que no quiero que veas lo débil que soy. Quiero que creas que acepté sin problemas tu partida. Que al igual que tú deje de amarte de un día para otro. Que puedo fingir al igual que tú que nada sucedió. Puedo cerrar ese capítulo de mi vida y empolvarlo como si nada. Sin embargo, va más lejos que eso. Quería que en algún momento se invirtieran los papeles. Quería que tú dudaras. Que quisieras dar un paso atrás y arreglar las cosas. Quería que me vieras bien y te doliera. Quería que te doliera como a mí perderlo todo. Quería que me quisieras. Que todo lo que dijiste en algún momento fuera cierto. Quería que me amaras como dijiste hacerlo. Quería que lucharas por mí como prometiste que harías.


Son las 3 am. Nunca te pregunte porqué. Te culpaba y me culpaba. Yo tenía la razón. Sabía que esta vez había ganado. Yo te había amado más. Yo te necesitaba más. Tu sí eras perfecto para mí. Yo no había sido suficiente para ti. ¿Y ahora qué hago?


Son las 3:01 am. Te vuelvo a extrañar. 

Antología de corazones rotosWhere stories live. Discover now