VII

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Aquella gélida tarde otoñal,

Las nubes grises y cargadas se habían apoderado del cielo,

Anunciando una próxima tormenta que no tardó en hacer acto de presencia, con gotas de agua siendo detenidas por el suelo,

O deshaciéndose en pequeños caminitos contra los cristales...

Y apareciste, sencillo, espontáneo, hermoso,

Con tus precioso ojos brillantes,

Con tus prendas empapadas en agua de lluvia,

Con tus labios bonitos ligeramente morados, debido al frío...

La calidez de una taza con chocolate se transfería a tus suaves manos.

La lluvia no cesaba en el exterior.

Tae, te ves tan hermoso vistiendo mis prendas...

¿En qué momento la sencilla atracción pasó a ser un verdadero sentimiento,

El cual me es imposible de describir con palabras meramente de este mundo,

Pero de ser necesario,
Podría figurarse como protección y dulzura?

Sus ojitos•° v.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora