Mi querida Samantha.

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Actualmente, la ex-portadora del otoño se encontraba revisando las cosas que se estaban en la que había sido su habitación por tantos años atrás. James se había marchado con Hannah al territorio de los Arquerrihus, sus amigas se encontraban ocupadas en sus propios asuntos y Theo no tenía tiempo para ella, ya que se encontraba ligando con Margot Flament.

No había encontrado otra cosa que hacer, más que recorrer su habitación y recordar viejos tiempos.

Pero, justo cuando iba a tomarse un pequeño descanso de todo lo que ya había hecho, llamaron a su puerta y no tuvo otra opción que abrir para ver de quién se trataba. Se sorprendió de sobremanera cuando encontró frente a frente con cierto castaño.

—Milagro que me visitas —fue lo primero que dijo la de cabellos oscuros enarcando una ceja—. ¿A qué debo el honor de tu visita, Matthew?

El castaño sonrió nervioso.

—Tengo algo para ti —dijo él, sosteniendo entre sus manos una pequeña caja de madera—. Esto debí de habértelo dado hace varios años atrás, pero simplemente no tuve el valor... Sin embargo, es momento que lo tengas, ya que es tuyo —la de ojos verdes observó la caja y ahogó un pequeño grito cuando vio las iniciales D. S. en color plateado.

—¿Es de...? —la pregunta quedó en el aire, ella simplemente no pudo terminar de hablar.

—Así es —respondió él—. Lamento no habértela dado antes, pero te veía tan feliz que no quería arruinártelo —se disculpó él y la de cabellos oscuros no pudo molestarse al ver el arrepentimiento verdadero en sus ojos.

—Gracias, Matt —le dijo ella y tomó la caja entre sus manos.

El castaño le sonrió y pasó a su habitación al ver la mirada suplicante de ella cuando estuvo a punto de irse. Sabía que su amiga era fuerte, pero había momentos en que necesitaba sentirse apoyada por los demás, así que no se lo pensó dos veces y la guio hasta la orilla de su cama, ambos se sentaron, Samantha con la caja sobre su regazo.

Con una mirada rápida hacia Matt, Samantha abrió la caja con sumo cuidado, donde pudo encontrar en su interior una hoja doblada lo que suponía que era una carta, una rosa blanca que no entendía cómo había logrado mantenerse en tan perfectas condiciones, un medallón de oro con la marca de los Guardianes grabado en él y una daga muy parecida a la que le había regalado el primer día que habían entrenado, solo que esta su empuñadura era plateada, mientras que la empuñadura de la daga que ella ya poseía era dorada.

No lo pensó dos veces al momento de tomar la hoja y desdoblarla, la perfecta caligrafía del pelinegro se mostraba ante ella.



«Mi querida Samantha.

Sí estás leyendo esto significa que no todo salió bien en la guerra, sin embargo, eso era de esperarse, ya que bien sabes que una guerra no se puede ganar sin que haya perdidas.

Escribí esta carta pensando en la posibilidad de fallecer en combate, sinceramente eso no es de mi importancia siempre y cuando haya logrado salvarte la vida. Sé que mi muerte te debe de haber afectado demasiado, sé que probablemente no quieras saber nada más del mundo, pero déjame decirte una cosa; si de alguna manera te dejas vencer por el dolor, juro que jamás te lo perdonaré.

¿Sabes por qué me enamoré de ti? Porque eres una mujer increíblemente fuerte e increíblemente valiente, eres una mujer que difícilmente se deja vencer por los problemas que la vida interpone en su camino, al contrario, tú los enfrentas con completa determinación y de paso con un toque único de arrogancia. Me enamoré de tu forma de ser, de tu carácter, de tu manera de pensar, de tu forma de hablar, me enamoré de tus sonrisas, de tus lágrimas, de tu mirada profunda, me enamoré de tus virtudes y defectos. Me enamoré de tu cuerpo; de tu piel de porcelana, de tus labios suaves y perfectamente moldeables, de tu cintura, de tus perfectas caderas y piernas torneadas. Me enamoré de tu alma, de tu espíritu, tu esencia... Me enamoré completamente de ti.

Por lo tanto, quiero que sigas siendo esa mujer de la que me enamoré como un completo idiota, quiero que mi muerte no acabe con tu vida, quiero que sigas adelante y que vivas tu vida como ya lo habías planeado. Ríe a carcajadas, sonríe, diviértete, enamórate, cásate... Haz todo lo que quieras, pero no te dejes vencer, no hagas que me decepcione de ti.

Te dejo algunas de mis pertenencias más valiosas: la rosa es mágica, tiene propiedades curativas que no podrás encontrar en otra planta, te servirá de mucho cuando empieces con tu vida humana. El medallón está encantado, los Guardianes siempre recibimos uno cuando iniciamos con nuestro entrenamiento, por lo general son solo una distinción, sin embargo, el mío le encantó una bruja para que pueda ser usado como método de protección y ocultismo, siempre llévalo contigo, por favor. Y, por último, la daga gemela a la que tienes, son armas de Guardianes, Sam, juntas poseen un gran poder, cuídalas bien.

Me gustaría pedirte un favor, despídeme de todos y diles que agradezco eternamente el haberlos conocido, dile a Amy que lamentablemente no encontrará otro mejor amigo como yo, pero que se tendrá que conformar con Nicholas. A Kristen y Elizabeth diles que las llegué a apreciar demasiado y que sin duda también hubiera dado todo por protegerlas. Y dile a James que confío en él, que sé que sabrá cómo hacerte feliz.

No te pido que me olvides, pero tampoco te aferres al recuerdo, solo deja que las cosas fluyan, te aseguro que todo estará bien.

Hasta otra vida, mi amor.

Derek Sullivan.»



La ex-portadora, a pesar de las lagrimas que bajaban por sus mejillas, sonrió con felicidad y abrazó la carta con cariño.

—Nunca dudes que Derek te amó más que a su propia vida —le dijo el castaño y ella lo miró con una sonrisa.

—Lo sé —respondió y secó las lágrimas que había derramado—. Y yo lo amé a él con la misma intensidad —agregó, mientras doblaba la carta y la volvía a guardar en la caja, para después sacar el medallón y colgárselo en su cuello—. Y puedo estar orgullosa de decir que cumplí su deseo de seguir con mi vida, no sería capaz de decepcionarlo nunca —afirmó y Matt solo se limitó a sonreír.

—Eres una mujer muy fuerte, Sam —la elogió—. Estoy completamente seguro de que, donde sea que mi amigo esté, él está muy orgulloso de ti.

Samantha sonrió y, después de que el castaño se fue de su habitación, hizo un espacio en su armario y guardó la caja de madera con cuidado, para después volver a lo que estaba haciendo en un principio. 






¡Sorpresita! Jajajajaja
Tal vez me odien por esto, pero no podía dejar pasar la ocasión, un día como hoy hace un año estaba subiendo el capítulo que marcó por completo LCELL y a mí, ya que me convertí en en lo que un día juré jamás ser: una asesina de personajes jajaja

Solo quería recordárselos jaja

Solo quería recordárselos jaja

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¡Nos leemos pronto!❤

Lo bueno casi siempre es lo inesperado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora