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"¿Por qué no hablas con JungKook?"

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"¿Por qué no hablas con JungKook?".

     YoonGi se rascó la nuca. En realidad, en su mente no cabía la idea de hablar con él. No lo había pensado nunca. Sentía que sería una de esas conversaciones incómodas donde nadie sabe qué decir, porque no lo conocía para nada (a excepción de sus labios, pero solo por haberlos visto). Aún así, escribió una respuesta, escondiendo el papel como si su contenido fuera demasiado secreto para que otros los vieran.

     —¡YoonGi hyung! —Lo llamó Taehyung. No necesitaba mirarlo para saber que se trataba de él. Tae tenía una notoria chispa de emoción cada vez que hablaba, como si algo lo entusiasmara cada vez que le tocaba abrir la boca—. ¿Recibió alguna nueva nota? —Susurró, para que los demás no escucharan. Ninguno de los dos percibió que, desde su escondite, alguien los estaba viendo.

     No leyó ninguna de las veinte notas que había recibido, ni tampoco habló con su mejor amigo como siempre. Rompió con su rutina como si fuera una de las débiles hojas que caen en otoño. Ahora, sus ojos estaban fijos en su primo y el chico que había comenzado a atraerle. Y quizás sonaba mal decirlo así, pero JungKook no se mentía a sí mismo y sabía que, en el fondo, sentía celos de que YoonGi comenzara a prestarle más atención a TaeHyung que a él.

     A JungKook le gusta interpretar el papel de bueno. Le gusta ser el cordero, aunque por momentos se le escapara el lobo que oculta bajo el disfraz. Le gusta pretender que no es egoísta con YoonGi. Quizás porque nadie le enseñó de pequeño el arte de saber compartir.

     YoonGi volteó la cabeza hacia él, guardando la respuesta en la bolsa sin que el otro se diera cuenta. Indiscretamente, sacó el siguiente papel—. Sí, aquí está.

"¡YoonGi, usted es una persona muy tierna! ¡Hace que me sonroje! Mi pobre corazón no puede con tanto.
-Un castaño".

     —Yo también quiero que me digan cosas bonitas. ¿Por qué estoy tan solo? —Soltó aquello luego de un suspiro, haciéndolo reír. Procedió a tomar la nota entre sus manos, sin remover el puchero de sus labios. Sin embargo, una repentina sorpresa lo sacudió por completo—. Esta letra es la de HoSeok —Dijo, con un hilo de voz. Ambos procedieron a hundirse en un tenso silencio. Miles de cosas le pasaron por la cabeza: tenía sentido, porque HoSeok era castaño y también su mejor amigo. Pero no lo entendía. Se preguntó si había ignorado alguna señal, algo que pusiera en evidencia sus sentimientos. Nada. No recordaba nada.

     —TaeHyung, ¿vamos a casa? ㅡLa voz opaca de JungKook le erizó la piel. Lo miró y le dedicó una tímida sonrisa, más por cortesía que por otra cosa, recibiendo un guiño de su parte. Se sintió un imbécil por emocionarse por ese pequeño y simple acto. Sin embargo, nunca se dio cuenta del oscuro significado detrás de su sonrisa. Porque por dentro, JungKook moría de ganas de que YoonGi lo mirara, o se emocionara por esas pequeñas cosas. O que le sonriera con timidez. O que se pusiera nervioso cuando están a menos de cinco centímetros el uno del otro...

     —Pero, JungKook...

     —Vete —asintió, cabizbajo, y tras sonreírle sin ganas a YoonGi, se fue caminando, arrastrando los pies. TaeHyung acostumbraba a obedecer a JungKook por ser mayor. Las cosas entre ellos dos eran claras. Él no había impuesto las reglas: ambos lo hicieron.

     Pero a pesar de que parecía malo, tenía sus cosas buenas. Era una persona muy confiable y protectora. Además de que tenía una gran fuerza de voluntad, porque nunca dejaba de luchar hasta conseguirlo, sin importar qué tan imposible sea. Y aunque no lo demostrara tanto, era un chico muy cariñoso. Tenía abrazos y besos extra para repartir y aunque no lo admitiera, podía llegar a ser bastante romántico. Pero ahí estaba: su demonio. Ese JungKook que no le gustaba, el que siempre salía a la luz. Su sombra siempre estaba ahí, y le respiraba en la nuca como si quisiera hacer presencia. Ese era su lado oscuro, el que odiaba mostrarle a las personas; el que todos tenemos. JungKook era un tipo que tenía sus defectos bastante marcados. Sin embargo, eso no parecía molestarle a nadie. Es más: estaba casi seguro de que nada cambiaría si él los sacara a la luz. Porque todo el mundo lo trataba como un príncipe, incluso aunque él no llevara corona.

     Miró por última vez a YoonGi antes de salir caminando detrás de su hermano. Observó sus profundos ojos marrones, como si quiera ver más allá de sus pupilas. Trataba de descubrir qué estaría pensado en ese mismo momento, pero no había tiempo. Procedió a abandonar la habitación, sin palabras, sin despedidas, dejando a YoonGi confundido y embobado por el guiño. Acababa de descubrir que ese simple acto era ahora una de sus nuevas debilidades: uno de sus guiños podría hacerlo fácilmente caer a sus pies, porque ese era el control que JungKook tenía sobre él. ¿Cuándo se había vuelto tan dependiente?

     —Tan lindo... y tan raro —Pensó en voz alta, y entonces cayó en cuenta de que no estaba solo en la habitación. Suplicó por no haber sido escuchado, pero al parecer, la suerte hoy no estaba de su lado.

     —¿Yo? Lo sé —Era HoSeok.

     Y se sintió morir ahí mismo.

💬

" ¿Por qué no hablas con JungKook?

- Es muy lindo y me da nervios acercarme. "

Al castaño jamás nada le pareció tan lindo como las palabras del chico.

Lips | KookGi [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora