Capítulo III: Intentando mejorar

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Después de un tiempo, Eileen recobró el conocimiento. Estaba acostada en el sofá de su casa, sus amigos estaban en su casa, se les podía escuchar discutir en la cocina:

-¿¡Cómo de que no tiene!?- gritaba Hanna

-¡NO! ¡Parece que nunca come!- respondía Crista.

-Seguro se le acabó la comida- intentaba justificar Roberto.

-Pero ni siquiera tiene un huerto de donde sacar más- le dijo Hanna.

-¡Chicos! ¡Tampoco tiene fósforos para encender fuego!- decía Edgar desde la sala.

-No se preocupen- dijo de repente Eileen -no es necesario nada de eso- y con un simple movimiento de manos, hizo que en la mesa aparecieran 5 lugares, uno para cada uno, en los cuales había un plato con crema de champiñón, ensalada, un vaso de agua y sus respectivos cubiertos.

Eileen de sentó en un lugar y empezó a comer. Al ver que sus amigos seguían parados, les dijo -¿No quieren?- Al ver que la cosa iba en serio, ellos se sentaron y comieron.

después de un tiempo, Crista rompió el silencio - Y... ¿Cómo le haces para encender la chimenea?- Eileen simplemente levantó la mirada un segundo y al instante, el fuego se prendió en la chimenea.

-¡WOW! ¿Dónde aprendiste a hacer eso?

-Este libro- contestó Eileen al mismo tiempo que sacaba el libro -lo encontré entre las cosas de mi madre hace 10 años, de aquí saqué el hechizo para... revivir a Edgar- su expresión cambió radicalmente a de reproche.

-Espera... ¿¡Estuve muerto!?- exclamó Edgar.

-Mhmm- respondió Eileen.

-¿Estás enojada?- Edgar estaba intrigado, Eileen nunca se enojaba amenos que la situación le importara demasiado.

-No...- Eileen estaba sumida en sus pensamientos, pensaba en Fran, quería saber cómo estaba y sis se encontraba bien, lo único que quería era que sus amigos se fueran para salir a buscarlo.

Finalmente, sus amigos se fueron. Eileen recogió la mesa y apagó el fuego haciendo chasquear los dedos, preparó una mochila, su libro, se puso una capucha negra que le llegaba hasta los tobillos y un amplio gorro, cerró con llave toda la casa y salió al bosque, dispuesta a buscar a Fran.

Cuando llegó a las montañas, se detuvo a pensar por donde buscar. Recordó que en dónde Fran la atrapó había nieve, y como no había nevado, seguramente las huellas estarían intactas así que se dirigió a ese lugar.

Cuando llegó, vio la mancha roja que había qué dejó Edgar y la tapó. Siguió su camino y encontró las huellas de Fran, las cuales se adentraban en el bosque y las siguió. Cuando casi nada era visible, Eileen abrió su mano y de ella salió un rayo de luz que la ayudaría a alumbrarse y continuó caminando.

De vez en cuando, escuchaba el ulular de un búho, el revoloteo de algún ave o el simple crujir de la nieve bajo sus pies hasta que llegó a la entrada de una cueva. Al acercarse, escuchó leves gemidos, cómo si un perro estuviera sufriendo así que entró. Encontró a Fran presionando con sus manos su pierna herida.

-Tranquilo... no... pasa... nada- se decía a si mismo para tranquilizarse cuando se dio cuenta de la presencia Eileen.

-¿Fran? ¿Te sientes bien?

-¿Eileen? ¿Qué haces aquí?

-Vine por qué pensé que estarías herido por la bala y... te quiero ayudar.

-... bueno.

Eileen entró en la cueva y revisó a pierna de Fran, buscó algo en su mochila, sacó un pedazo de carne y se lo dio a Fran.

[PAUSADA] El bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora