Capítulo 2: Un chico tan brillante como el sol.

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Pasé mis palmas contra mi rostro, sacudiendo la cabeza para espabilar

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Pasé mis palmas contra mi rostro, sacudiendo la cabeza para espabilar. El dolor en mis ojos, pesado y agotador, me hacía pensar por instantes que quizás hace un buen rato ya me había dormido y lo que veía en la pantalla era sólo un sueño y no el verdadero LOL. Achiqué los ojos y me acerqué a la luz blanca de la portátil, las 4:05 a.m se señalaban en la esquina inferior. Bostecé y me acomodé mejor los cascos. Tengo la sensación de que quizás debería dormirme.

Sin embargo, este problema nocturno no es sólo mi insomnio y las pesadillas recurrentes, tiene que ver más con el tipo rubio de ayer. ¿Es mi... novio? ¿Cómo novio novio? Sí, falso, ¡¿pero estoy saliendo con alguien?! Si Dios quería darme más razones para tener problemas estomacales por la ansiedad, entonces vaya, que se ha vuelto bastante chistosito con sus métodos.

Luego de cerrar la portátil sobre el escritorio blanco junto al balcón por el que la luz platinada de la luna entraba arrastrándose delicadamente, me apreté la barriga con incomodidad, ya sea por el peso mental de todo esto o por la paliza de ayer, y me levanté de mi silla sintiendo mi trasero entumecido por las productivas horas siendo un manco en internet.

Me dejé caer en la cama y, acurrucándome entre las mantas y colchas frías, cerré mis ojos queriendo... No, añorando, que el día de mañana no llegara.

¿Qué tantas comidas y siestas tenía que saltarme para acabar en el hospital y descansar un poco?

Apenas cerré mis ojos volví a abrirlos. Vale, así se había sentido para mí, pero es que tampoco había mucha diferencia, me levanto a las 6:20 a.m después de acostarme a las cuatro de la mañana. Obtendría de todo, menos un sueño reparador. Hay que reconocer el aguante de este cuerpo, duerme máximo cuatro horas y toma un vaso de agua cada dos días (con suerte), ¡pero aquí está, fresco como lechuga!

Me hice bolita escondiéndome bajo el ahora cálido abrazo de colchas y sabanas, y, con molestia, maldije. Come Baby Come de K7, sin embargo, distante a mi juvenil deseo de no tener nada mejor que hacer, además de flotar en la nada, sonaba como la alarma de cada día, siempre a tiempo. Con mucho esfuerzo escapé de la cama, apagué la alarma y me dirigí a pasos arrastrados hacia el baño para remojarme la cara, quizás eso mejoraría el dolor punzante en mis parpados.

— Uuh, vaya— hice una mueca apenas me topé con mi reflejo de lechuga aguada en el espejo. Mi cabello despeinado, prácticamente tieso por la posición en la que había pegado la mejilla contra la almohada, permitía una amplia vista de mí para nada vivaz semblante. No sabía que mis ojeras se podían hacer más grandes, eso es nuevo.

Pálido, nada lindo, era obvio que apenas y tocaba la luz del sol, labios y piel heridos por la resequedad y una mirada desganada en aquel par de iris verdes. Prácticamente vacía.

Sé que tal vez no era la gran cosa hace unos meses, pero... ¿Esto? No, definitivamente no me veía tan mal, al menos parecía una persona viva.

Palpé mis ojos quejándome adolorido y bostezando, me enjuagué el rostro con el agua que poco a poco empezaba a tornarse tibia. Ayer, luego de llegar del instituto, me había duchado enérgicamente para quitar todo rastro de las feromonas que pudiesen quedar, así que ahora bastaba con lavarme la cara. Este era, en esencia, mi único acto de autocuidado.

Raeven y su novio falso «BL»«Omegaverse»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora