Todo el mundo tiene una hora, un lugar, un momento inolvidable. Pues bueno, 16:37.
Y si me preguntas que pasó justo en ese momento, te responderé t o d o.
Todo es ese momento en el que los trenes se paran, Santa Justa enmudece, mis piernas tiemblan, y sólo se escucha el aleteo de las mariposas sonar.
Siento que el mundo gira, pero yo estoy encima de esas escaleras mecánicas y veo a esa niña de la mano de mamá. La miro parada, clavada en el tiempo, y lo único que corre son impulsos por mi cuerpo que me dicen que voy en la dirección equivocada, que me gire, que corra detrás de un autobús con destino Aeropuerto, que le grite que pare, que la bese y que pronuncie un "yo también", porque en el fondo yo siempre supe que pasaría, aunque pidiese por favor que no.
Y que quería seguir tomando Té toda mi vida, aunque no me gusten y nunca me vayan a gustar.