Capítulo 1

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-¡Georgiana, tienes que casarte! ¡Georgiana, se te está acabando el tiempo! ¡Si sigues así, Georgiana, te quedarás soltera! -Se mofó la mujer sintiendo como su exasperación crecía por momentos-. ¡Georgiana! ¡Georgiana! ¡Georgiana! ¡¿Es que acaso madre no se sabe otro nombre?!

Lady Georgiana Birch pateó una de las piedras del jardín de Lady Darling importándole poco que sus delicadas zapatillas de baile se mancharan de tierra en el proceso. Estaba cansada, harta, hastiada y todos los sinónimos que se le pareciesen. Su madre no cesaba de repetirle lo poco que le quedaba para conseguirse un buen partido y ella ya estaba perdiendo la paciencia.

Desde joven había tenido claro que como dama de buena cuna, su deber era casarse con un caballero de respetable posición, tener hijos y ser feliz en la medida de lo posible. Había sido educada para ser la esposa perfecta y una dama de envidiable conducta. Las mejores institutrices consiguieron lograr que su carácter fuera aquel que un hombre buscara y encontrara interesante. Había aprendido todo lo que necesitaba para cumplir el deber para el que había nacido. Sabía perfectamente cual era su responsabilidad y por ello, que se lo recordasen a cada momento le empezaba a exasperar y, cabe acotar, que ella no era de las que perdía la paciencia con facilidad.

Si de algo podía enorgullecerse, era de su capacidad para mantener la calma en las situaciones más críticas, ni siquiera cuando una mujer medio loca arruinó su propuesta de matrimonio más aceptable, hace ya dos años, había perdido la calma; y se debe mencionar que gracias a esa mujer había terminado dentro de una fuente y tuvo inventar todo tipo de excusas para salir indemne del interrogatorio de sus padres.

También había mantenido la compostura cuando el loco hermano de esa mujer, arruinó, meses después, otra propuesta de matrimonio aceptable debido a un acontecimiento que prefería no recordar.

Sentándose en uno de los bancos del jardín, recordó la primera escena con una mueca y cierto lamento. Lord Conventry era y posiblemente sería, el mejor pretendiente que tuvo en sus tres temporadas en sociedad. Era el perfecto caballero inglés, educado, con principios morales claros, y sería en ese momento su esposo si aquella Allen no hubiera intervenido, y vaya que había intervenido. Georgiana no podía acusarla de haberla empujado o tirado a la fuente apropósito, claro que no, pero su solo apellido y presencia bastaba para justificar cualquier inconveniente que le sucediera a alguien cerca de ella y echarle la culpa; y es que se decía que los Allen estaba malditos y por eso siempre vivían en líos. Cosa que no debía ser mentira, ya que había sido otro Allen, el que había impedido su futuro matrimonio con el marques de Carisbrooke. No era el hombre que mas hubiera tomado en consideración, pero era un buen partido que había perdido, no tanto como Lord Conventry, pero un buen partido en fin.

Nunca comprendió como alguien tan correcto como Lord Conventry pudo terminar casado con alguien así, una Allen, pero Georgiana no le guardaba rencor a la muchacha, al menos no del todo. Cualquiera que hubiera podido verlo se habría dado cuenta que la pareja se profesaba un infinito cariño y aunque ella en particular no era fiel creyente del amor eterno hacia alguien o alguna otra de esas tonterías románticas, no negaba que la pareja parecían ser felices juntos y ella hubiera sobrado en todo el asunto. No obstante, si podía culpar de algo a Angelique Allen, ahora condesa de Conventry, era de su situación actual. Su hermano y ella tenían la culpa de su situación actual.

No se podía decir que creyera en maleficios o supersticiones, pero definitivamente no podía negar que todos los que llevaban el apellido Allen eran problemas, escándalos y mala suerte andante. Como ya había podido comprobar, bastaban cinco minutos en su presencia para que la mala suerte que emanaban por cada poro se esparciera a los demás como si de una enfermedad se tratase, y en eso, y esos desafortunados incidentes de hace dos años, Georgiana justificaba su actual condición de soltería y la incapacidad de encontrar a alguien que satisficiera sus expectativas.

Mi adorable problema (familia Allen #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora