IV

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Cada movimiento que hacía era importante en la lucha por el puesto de presidente, Jennie lo sabía a la perfección, y a pesar de sus alocadas y despreocupadas acciones, siempre tenía en cuenta las consecuencias y beneficios que vendrían detrás.

Nadie sabía con exactitud como Jennie llegó a la conclusión que su gran inteligencia no era suficiente para manejar a los hombres, tal vez fueron las películas de Femmes fatales o las experiencias con las mujeres que pasaban por la cama de su padre y se llevaban todo lo que querían al día siguiente. O quizá, las dos cosas contribuyeron a que en la mente de la joven el sexo resolviera todo.

Jennie se removió en la cama y miró a la ventana. La luz del Sol entraba por las cortinas anunciando un nuevo día, sin embargo, ella llevaba poco más de dos horas durmiendo, al igual que su acompañante. Se giró para observar la espalda ancha del hombre a su lado, su compañero de cama la anterior noche y la madrugada. Sabía que le triplicaba la edad, no obstante, había aprendido a pasar por alto esos pequeños detallen.

El hombre abrió los ojos y sus miradas se cruzaron, ella sonrió y él se acercó a su maltratado cuello. Odiaba los chupetones, así como los babosos labios del señor succionando su piel. Podía notar los pequeños pelitos del bigote que comenzaban a salir, así como la pastosa lengua salivando sobre su nuca.

—No sabes como te he echado de menos.

Una arrugada mano se introdujo entre sus braguitas y no tuvo más opción que reprimir las nauseas que ascendían por su garganta y sustituirlas por un débil gemido que complació a su acompañante.

—Necesito que me pongas en contacto con el nuevo jefe de policía a cargo de Yongpil Pae —habló y aprovechó para apartar la mano intrusa de su entrepierna.

El hombre se sentó en la cama y Jennie lo imitó, iba a decirle algo más, pero decidió esperar a que él hablara primero.

—Hemos decidido poner al cargo a uno de nuestros capitanes más jóvenes —la voz del hombre resonó en la habitación, provocando un ligero eco que creo un ambiente tenso de repente—. Me temo que esta vez no podremos sobornarlo tan fácilmente.

Jennie se encogió de hombros mostrando su poca preocupación a lo que el hombre siguió con su discurso.

—Es conocido por su recto comportamiento.

El hombre se levantó de la cama, colocándose primero los pantalones para después empezar a abrochar su camisa. Se encontraban en una habitación de hotel, la habitación más cara por petición de la mimada chica que se encontraba en ella. Jennie se levantó y se colocó a su espalda para ayudarlo con la chaqueta. Apretó sus hombros y se puso de puntillas para poder susurrarle al oído.

—Tú solo di lo de siempre... —hizo una pausa en la que aprovechó para depositar ligeros besitos sobre la oreja del hombre—. Tenemos un infiltrado como parte de una operación encubierta de varios años.

El hombre se giró para ver la amplia sonrisa de Jennie y completar sus palabras, se las sabía de memoria.

—Porque tus fotos no las ha visto nadie del equipo, solo las de tu hermana.



Roseanne esperó a que Jennie se metiera en la bañera para ella colocarse detrás. La pila era lo suficientemente grande para que las dos cupieran con comodidad. La chica rubia sumergió la esponja en el agua perfumada y comenzó con su tarea de estregar la espalda de la otra chica.

Pasó la esponja primero por los hombros, siguiendo su camino descendiente por los omóplatos y los costados de la espalda. El rasposo utensilio pasaba con delicadeza por la piel, arrastrando la suciedad y la saliva que había quedado impregnada en ella. Cualquier rastro del viejo hombre con el que Jennie se había acostado sería borrado con delicadeza y suavidad por Roseanne.

Después de la espalda, siguió la barriga, las piernas y los brazos. Los dos cuerpos se pagaron para que la menor tuviera mejor acceso a cada rincón de la contraria.

Ninguna de las dos había establecido un procedimiento a seguir después de cada encuentro de Nini, sin embargo, las acciones se repetían una y otra vez. Una rutina que Jennie se negaba a establecer o siquiera llamarla por un nombre y que la otra chica solo realizaba en silencio. Limpiar el cuerpo de su amada, ignorando cada moratón, cada marca que había dejado otra persona sobre la blanca piel de la chica que creía que le pertenecía y que terminaba reafirmando cada noche que así no era.

Soltó la esponja y juagó todo el cuerpo enjabonado, para luego levantarse y coger una toalla con la que secar a Jennie. Todo esto era algo que Jennie podía hacer por ella misma, sin embargo, Roseanne insistía en hacerlo, en torturarse después de cada encuentro sexual y fantasear con que se trataban solo de una pareja normal y corriente.

Quizá se tuvo que alejar en el momento que Jennie le había confesado quién era su padre, a lo que se dedicaba y probablemente ahora sería feliz con otra persona, no obstante, no había podido. Estaba enamorada y no dudaría en gritarlo una y otra vez hasta que su "novia" la correspondiera.

—Te quiero —susurró.

Jennie solo se acomodó la toalla que Roseanne le había alcanzado y Salió del baño, sin emitir alguna respuesta.

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2018 ⏰

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