Danger [1era y 2da TEMPORADA]

Capítulo 1

Narra Niall

Suspire una vez más. Observe el reloj nuevo que me había regalado mi padre hace un par de horas y que ya se adaptaba a mi muñeca; eran las 22:56 p.m. El reloj era único y muy grande, mi padre la verdad tenia buen gusto, la manilla era gruesa de oro, algo pesado, pero a pesar de los minuciosos detalles que tenía, lo que más me gustaba de el, era que la manija segundera no sonaba. Con el no sentía el pasar del tiempo. Aún que en estos momento lo que más quiero es que termine este día lo más rápido posible. Se sentia extraño cumplir 20 años. Ahora cuanto no quisiera volver a mis 15 años. Cuando no tenia ninguna preocupación, solo la escuela. ¿Volver atras? Mi cuerpo se estremece al pensar en el pasado y decido dejar ahi mis pensamientos en un lapsus inexistencial.

Tan sólo faltaba una hora para que acabe este fatidico día, pero sabía muy bien que ya se venía la peor parte.

Me baje del taburete de color guindo que estaba al lado de la isla de granito en la cocina de la casa de mis padres, y me dirigí al refrigerador. Al abrir esa pesada puerta de metal brillante, tan grande como un oso, un olor a vainilla me invadió las fosas nasales, llenando por completo mis pulmones, y cada parte de mi cuerpo se quebró, mi estomago se revolvió y sentí una punzada en el corazón. Una punzada sería decir una mentira estupida. Más bien sentí una daga al rojo vivo atravesarme el pecho y retorcer su afilada hoja en mi, sin piedad. Cerré los ojos con fuerza y deje por primera vez luego de bastante tiempo, que los recuerdos se aferran a mi conciencia. El color de sus ojos azules tan tiernos como ____ y a la vez tan fieros como los de Danger me inundaron la conciente haciendome temblar. Una vez más me sentí desfallecer, sentí un escalofrío recorrerme por completo, recordé el sabor de sus labios, su voz tan dulce.

Abrí los ojos de golpe. No Niall. No pienses en ella. Me reproche con severidad. Aun que en mi cabeza quedaron impresos esos ojos que durante las noches me atormentaban tanto, que no sabía si eran sueños o pesadillas, trataba de no pensar en que ella una vez fue parte de mi vida. Que llego de la nada, desordeno mi mundo y luego se marcho. ¿Podía alguien enamorarse así? me preguntaba a diario. ¿Podía alguien obsesionarse tanto por otra persona? No lo se. Tampoco quería saberlo. Le temía a las posibles respuestas.

Levante la vista saque un helado de chocolate del refrigerador y cerré la puerta para que ese olor no me siga atormentado. Me volví nuevamente a los taburetes de la isla y me senté en el mismo lugar del que no me movía ya hace una hora. No logre terminar el helado antes de que se derritiera por completo y me manchase las manos, así que lo dejé en un platillo. Mi madre me matara si es que ensucio algo más.

-- Joven Horan. ¿Se encuentra bien?

Levantó la mirada y me encuentro con el chef. Me había asustado un poco. Creí que estaba sólo en casa.

-- Si.. no te preocupes. -- le conteste con indiferencia. Él había entrado recién en la cocina. Consigo llevaba una canasta y de esta salía un aroma delicioso. -- ¿Que llevas en la canasta? -- le pregunté entusiasmado. El olor era a canela y sabía que era comida. Rollitos de canela.

-- Son rollos de canela. Su madre me pidió que hiciera unos cuantos. -- sonrió haciendo que las arrugas de su rostro se enmarcaran más.

-- Puedo... este... -- me quedo en silencio mirando la canasta. Tal vez no sea una gran idea. Puede a que mi madre los haya mandado hacer para otro acontecimiento.

-- Claro joven. -- dijo quitando la tela color azul turquesa que cubría los rollitos de canela que estaban perfectamente acomodados, y me extiende uno.

Eran un manjar. A cada mordisco sentia esa masa dulce impregnar mi paladar con tan delicioso sabor. Sin duda alguna podía presumir que él hacia los mejores rollitos de canela. Lo siento Harry pero aún no consigues ese toque. Pienso recordando a uno de mis mejores amigos. Hace ya dos años que no lo veo. Desde que salimos de la escuela. Cada uno de los chicos tomó rumbos separados.