Capítulo 3.
Cuando llego a su casa a la primera que encontró fue a su madre, que horneaba galletas. Vio como su padre trataba de comer mezcla directo del tazón pero su madre le pego con la cuchara de madera en las manos en su fallido intento.
-¿se están divirtiendo? –pregunto ______ riendo.
-Mucho. ¿Quieres una galleta cariño? –ofreció una bandeja repleta de ellas, de todo tipo. _____ tomo una de chispas de chocolate.
-¡Oye, dijiste que se estaban enfriando! –protesto su padre, su madre sonrió y le metió una a la boca, el solo se encogió de hombros y comenzó a masticar.
-¿tienes hambre _____? -_____ negó con la cabeza.
-Mamá, ¿sabes quién se mudo a la casa de al lado? Escuche los ladridos de un perro anoche, fue extraño. –indago castaña.
-La verdad no, pero deberías ir a ver y puedes llevarles galletas. –dijo emocionada-. Ojala no sea como su sobrina, que desperdicio.
El señor Walker era un señor muy amable que vivía en esa casa desde hace más setenta años, pero murió el año anterior de un infarto cuando entraron a su casa a robar y le apuntaron con el arma, su pobre corazón no resistió. A _____ siempre le había dicho que viviría para siempre, para verla crecer y si, lo hizo. Su sobrina vivía con él para cuidarlo y el día del asalto ella había salido con su novio, por desgracia. Desde esa tragedia la casa estaba sola y abandonada, y muchos alegaban que el señor Walker salía por las noches y caminaba arrastrando sus pies por toda su casa. _____ decía que solo eran suposiciones y de eso no se vive.
-No iré, capaz de no sea una persona y sea… -abrió los ojos como platos-. ¡Un fantasma! –abrazo a su padre, quien reía como un loco.
-No es un fantasma _____. –rio su madre-. Puede ser alguien agradable.
_______ negó y se fue a su habitación, más tarde iría a ver quién era el nuevo inquilino de la casa de al lado y esperaba que hubieran chicas de sus edad, unas amigas no le caían nada mal. Tomo su celular y vio llamadas perdidas de Hilary ¿Qué querría? Le dejo un mensaje.
_______:
¿Qué necesitas? Quedamos de vernos a las cuatro de la tarde, ¿vendrás o paso por ti?
Unos minutos más tarde ella respondió.
Hilary:
¡No hace falta! He ido yo sola al centro comercial, te compre un disfraz de princesa y no vas a creer lo bien que te va a quedar, lo dejare en tu casa más tarde. Un beso.
¡Genial! Su amiga tenía un buen gusto, pero a veces exageraba, era un asco todo. Murmuro una maldición y salió de su casa con una caja de galletas de su madre, el viento soplo su cabello y le dio un escalofrió tan horrendo que prefirió volver y esconderse debajo de su cama para siempre. Vio una animada joven cantando mientras regaba las flores del jardín del señor Walker, se veía amable. Se acerco.
-Hola, eh… -trato de hablar _____, pero no sabía que decir.
-¿eres la vecina? –dijo la joven sonriendo, ____ asintió tímidamente-. Yo soy su nueva vecina, me llamo Kim, soy nieta del señor Walker.
-¿eres nieta del señor Walker? Pero no te pareces en nada a su sobrina. –murmuro ______ con sorpresa.
-ella es algo engreída, nunca me cayó bien. –río.
-mi madre me mando a traerte esto. –Le dio la caja de galletas y metió las manos en los bolsillos de su jeans-. Para darte la bienvenida.
-que amables. –Sonrió- ¿quieres pasar? Preparo pastel.
-claro.
______ Y Kim hablaron animadamente el resto de la tarde, vio la hora y se dio cuenta que eran pasadas las cinco de la tarde y supuso que Hilary ya había dejado su disfraz en su casa.
-oye Kim… ¿te gustaría ayudarme a arreglarme para una fiesta? –pregunto sonriendo tímidamente.
-¡Me encantaría! Nunca he tenido la dicha de tener una hija para ayudarla, me gustaría mucho. –exclamo encantada.
Cuando entraron en su casa se dio cuenta que estaba vacía, lo cual era raro porque sus padres nunca la dejaban sola a menos que la nana viniera. Subieron a su habitación y vio una caja blanca más o menos grande encima de su cama.
Comenzó a revisar. Había un vestido blanco de cenicienta adentro, tenía un antifaz blanco con dorado y quiso matar a Hilary en ese momento. ¿Cómo se le ocurria comprarle un vestido del mismo color del de anastasia? La última vez que una chica hizo eso termino totalmente embarrada en un charco de lodo. Kim la apresuro a ducharse y cuando termino ella comenzó a maquillarla.
-estas quedando preciosa.
Le había dicho ella sonriendo, aunque lo dudaba mucho. Kim no dejo que se mirara en el espejo hasta que tuviera el vestido puesto y así lo hizo.
-No puedo creer que esa de ahí. –Señalo el espejo con su dedo-. Sea yo, es imposible.
-si eres tú y te ves espectacular.
-Pero…
-¿y los zapatos? –pregunto Kim confundida.
-¿Qué zapatos?
-se supone que tienes que ponerte unos zapatos ______, que convine con tu vestido.
-No necesitas decirme lo obvio. –contesto malhumorada.
Llamo a Hilary, la muy puta no contestaba el celular.
-Hola _____, ya casi estoy lista.
-mira maldita, no metiste zapatos en la caja y no tengo tacos que ponerme, sabes que no uso eso. –exploto ella.
-Pero si yo te metí unos zapatos en… -se cayó unos segundos-. Se quedaron en el auto. Pero hagamos algo, ponte unos tuyos y cuando lleguemos allá te los cambias.
-¿¡De que carajos hablas?! –exclamo molesta. -haz lo que te digo, nos vemos luego.
Cuando estuvo vestida, maquillada y peinada se puso sus tan preciados converse negro. Se veía ridícula, Kim rio al verla así. Ella le saco la lengua en forma de reproche.
-¿quieres que te lleve? No tengo ningún problema en hacerlo. –se ofreció Kim.
-eso sería magnífico.
Cuando estuvieron frente a la escuela a ______ le entro el pánico. No quería salir así. No quería que la vieran así y mucho menos con esos tenis tan feos.
-vengo por ti a media noche. –le guiño un ojo.
-¿Por qué a media noche? –pregunto la castaña confundida.
-porque a cenicienta la recogen a esa hora, vamos cariño, ve.
______ se bajo del auto, cuando estuvo en la puerta se quito los converse y los dejo debajo de la primera mesa. Todas las miradas se posaron en ella y a lo lejos vio a Robert y Justin, que la miraban atentamente, tratando de descifrar quien era.
Lo peor de todo era que estaba totalmente descalza y no veía a Hilary por ningún lado, sin duda era el peor día de su vida. La máscara le cubría media cara y estaba segura de que era la única que llevaba una. Rogó al señor no encontrarse con anastasia o terminaría peor de lo que estaba. Una mano se poso en su cintura y ella volteo la cara, pero no el cuerpo.
-¿quieres bailar, cenicienta? –su voz la estremeció, sin duda era quien ella pensaba.
Justin no podía creer que le había pedido que bailara con él a una chica que no conocía en lo absoluto, no sabía quién era, nada. La guío hasta la pista como si fuera un cristal delicado y que la podía romper en cualquier momento. Miro sus ojos, eran preciosos e intensos. Ella lo miro a los ojos y sintió como sus piernas se debilitaban ¿de cuando acá sentía eso cuando estaba frente a este chico? Respondió la pregunta mentalmente: desde siempre.