Capítulo 1 - Desesperación

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Mauro - Domingo 16 de junio del 2017

Esta mañana es diferente, es más fría de lo usual. Confieso sentir un vacío abrumador en el ambiente.

« ¿Será porque es domingo o por la ausencia de mí hijo?» especulé.

Hace ya tres meses que Thiago vive conmigo y todas las mañanas, sin falta, desayunamos juntos. Esta es la primera vez que me "abandona". Ahora que recuerdo, sé que me dijo algo ayer por la noche, pero no logro recordar qué fue.

― ¿Por qué me habla siempre cuando estoy dormido o a punto de acostarme? ―rezongué en voz alta mientras untaba mermelada de durazno sobre mis tostadas.

Es extraño lo que está sucediendo, siempre que Thiago sale con sus amigos a la noche, al otro día a primera hora está en casa para compartir un desayuno conmigo. Es casi una falta de respeto que no esté para tomar unos mates con su padre. Pero, aunque nunca se lo haya dicho, me llena de alegría compartir el momento de la mañana con él. Son de esos recuerdos que van a quedar para siempre entre un padre y su hijo.

En todo este tiempo que Thiago estuvo acá, jamás le pregunté porque vino a instalarse y no siguió en lo de su madre. Sé que Carolina es un poco difícil de sobrellevar en la convivencia, eso lo sé muy bien, pero ¿Qué fue lo que pasó para que quisiera estar conmigo? Thiago no es muy de contarme sus problemas, si es que los tiene, yo tampoco le pregunto. Ni siquiera sé si tiene una opinión con respecto al divorcio, ese tema no se nombra. Obviamente conozco muy bien sus sueños y metas, que es lo que quiere para su vida, pero mi hijo, en general, es reservado, por lo menos conmigo. A pesar de ser así, es un chico con una fuerza de voluntad envidiable.

Cuando terminó el colegio, se empecinó en encontrar un trabajo y a las semanas lo consiguió. Este mismo junio se cumple dos meses que está en el local de ropa. Posteriormente, con el dinero de sus dos sueldos y un poco de mi ayuda, pudo comprarse su primera moto. Con respecto al estudio, todavía no sabe qué carrera seguir. Siempre le dije que se tomara todo el tiempo del mundo para estar 100% seguro de lo que quiere estudiar el día de mañana. Sé que él está feliz y está muy bien acá en mi casa. Lo sé porque lo veo. Hace un mes me contó que estaba ansioso de incursionarse en la escritura, que hace poco había terminado de escribir varios diarios sobre memorias de él. Que mi hijo sea escritor como yo es la gloria. Por fin voy a poder compartir mis relatos e historias con él, debatir sobre qué tipo de narradores usar, ser un "escritor de brújula" o ser un "escritor de mapa". Voy a poder decirle cual es mi secreto para crear personajes realistas. Ya no veo la hora de compartir el mundo de los libros con Thiago. De hecho, ya preparé unos libros para ofrecerle cuando vuelva.

El reloj marcó la una de la tarde y me sentí de pronto intranquilo. Thiago sigue sin aparecerse por casa. Le mandé mensajes, pero se marcan con una tilde de salida, posiblemente, se quedó sin datos. Le mandé varios mensajes de texto, lo llamé tres veces y en todas las llamadas el celular da como apagado. No me parece para nada normal que su última conexión de WhatsApp sea ayer a las 00:24 hs. ¿Se habrá quedado dormido en la casa de su mejor amigo Maxi y luego habrá ido a lo de su madre a desayunar o almorzar? No sé. Tengo la angustiante sensación que algo malo está ocurriendo. Descolgué el teléfono de línea y decidí llamar a mi ex esposa.

―Hola Carolina ¿Cómo estás?―Dije con voz temblorosa.

― ¿Por qué me estás llamando Mauro? ―respondió con un tono despectivo.

―Llamaba para preguntarte si estaba Thiago con vos porque ayer salió y todavía no volvió a casa.

― ¿Cómo que no volvió? Acá no está. ¿A dónde se fue? ―preguntó con desesperación.

Fuera de horasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora