Capítulo 3 - La pelea

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En lo que parecía una voz familiar para mi exesposa, para mí no lo era. Me encontré de repente impaciente por no saber con quien hablaba. No emití ningún sonido y presté atención a la conversación tratando de adivinar cuales eran las preguntas y respuestas de la otra persona detrás de la línea. Luego de unos largos minutos, Carolina finalizó la llamada y me miró a los ojos como si supiera la cura para una enfermedad mortal, pero sin ninguna sonrisa en su rostro. Le pregunté expectante sobre quien la había llamado y luego de unos segundos de silencio, me contó que era Victoria, la mejor amiga de nuestro hijo:

―Me llamó para preguntarme si ya sabíamos algo de Thiago,pero le dije que no teníamos ninguna novedad y le conté todo lo que pasó acá en la comisaría con el policía ese―Dijo mi exmujer.

―Si, esa parte tuya la escuché, pero¿Que más te dijo?―Indagué al mismo tiempo que levantaba mi ceja derecha.

―En resumidas, nos recomendó que,en la recepción, insistiéramosen hablar con alguien superior. Que tal vez, con ese pedido se lo tomen más en serio.Ella ya sabe cómo es todo el proceso porque lo vivió cuando pasó lo de su hermano, ya sabes...―Tragó saliva luego de eso y retomó la pausa de su conversación―. Me dijo que mañana a primera hora va a estar en casa y, si puede, con los amigos de Thiago.

Llevé mi mano a mi boca como si fuera un gesto pensativo y asentí con la cabeza una sola vez. Caminamos de nuevo hacia la comisaría y cuando entramos, Carolina se adelantó, esta vez un poco exaltada, hasta el mostrador donde estaba el policía canoso firmando unos papeles. Éste alzó su cabeza y Carolina le exigió que llame a su superior. El oficial levantó sus cejas formando en su frente dos líneas, soltó una sonrisa incómoda, mientras exhalaba por la nariz bruscamente.

―En este momento no se encuentra el Comisario General en el edificio.

― ¡Que sorpresa! Me imagino que algún Detective en este lugar debe haber ¿no?

Cuando por segunda vez, el hombre dijo que tampoco estaba el detective, tomé la iniciativa de hacer algo diferente esta vez. Ni siquiera me detuve a pensar en nada. Sin más que perder y con un movimiento rápido,tirando papeles, lapiceros, una taza de café y otras cosas más al piso, salté el mostrador donde estaba aquel oficial. Me arrojé sobre él y empezamos a forcejear. Logré encajarle una piña en el rostro, pero no tardó ni medio segundo cuando el policía reaccionó instintivamente al golpe que le acababa de dar y dirigió un puñetazo seco contra mi mandíbula que me hizo desplazarme hacia un costado, aturdido. Cuando me recuperé un poco intenté devolvérsela,pero se me adelantó y hundió un puño tras otro contra mis costillas. No me dio tiempo a cubrirme cuando volvió a encestar un puñetazo en la parte buena de mi cara a una velocidad notable.Caí de costado bruscamente contra el suelo y de pronto, todo se puso borroso y confuso.

― ¡No!¡Mauro! ¡Hijo de puta! ¡Lo mataste!

Aún podía escuchar los gritos de desesperación de Carolina y los pasos de todos los oficiales que se me venían encima, pero no podía levantar mi cara del piso frio.

El policía robusto se abalanzó sobre mí y logró poner las esposas mientras ponía todo el peso de su rodilla en mi cuello. Me encontraba bocabajo besando el suelo y sentía como la sangre se iba acumulando bruscamente sobre toda mi cara. Carolina intentó acercarselo más rápido hacia mí, pero no pudo ayudarme, ya que en cuestión de segundostodos los policías me rodearon. Me miraban desde arriba mientras me puteaban y algún que otroponía el peso de su cuerpo contra el mío para que no intentara moverme.

― ¿Quién carajo te crees que sos pegándole a un camarada nuestro?

― ¡Pelotudo! ¡Ahora vas a ver lo que te espera!

Fuera de horasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora