❝ FAIRPLAY ❞

1.

Estacioné el coche fuera de la casa de Khyan en Clarence Street y encendí la radio mientras hojeaba los folletos sobre el festival de música al que iríamos el fin de semana, lo habíamos planeado durante meses y Adrienna insistía en que todo estuviese listo para nuestro viaje.

Ella me pidió personalmente que yo me encargara de los últimos detalles, no podíamos dejárselo a Khyan porque es seguro que lo olvidaría o lo dejaría para último minuto.

Él siempre ha sido así, más despreocupado, y Adrienna en cambio, es una persona perfeccionista. Yo me encuentro en medio, siendo el balance adecuado como para resolver asuntos así.
Y creo que por eso nuestra amistad funcionaba, cada quién aportaba su parte para formar un todo eficiente con un buen equilibrio.

Les haré un breve resumen de mis mejores amigos que son como mis hermanos de otra madre para que puedan darse una idea.

Khyan Lenner es como el hermano mayor que nunca tuve, pues soy hijo único, y aunque tenemos la misma edad, siempre pensé que era el chico más genial y quería ser como él. Todo el tiempo está haciendo bromas o tiene alguna historia loca para contar.

Es mucho más alto que cualquier otra persona que haya conocido y tiene unos enormes y rasgados ojos verde olivo que siempre están mirando en todas direcciones por lo hiperactivo que es.

Es rubio y algo pálido en comparación conmigo, y tenía ese look de típico australiano surfista que iba bien con su actitud relajada.
Pasa todo el tiempo con una sonrisa en su rostro y nunca falta algún comentario con tinte de sarcasmo para cualquier situación.

La gente podría pensar que no se toma nada en serio, pero siempre recibo los mejores consejos de su parte y por esa razón lo considero un hermano.

Y Adrienna Khalan. Adrie es como la hermana menor de ambos, siempre la hemos cuidado como si lo fuera y más desde que comenzó su etapa de pubertad. Khyan y yo nos sorprendimos cuando el cuerpo de Adrie se llenó de voluptuosas curvas.

Sí, admito que somos bastante celosos y le partiríamos la cara a cualquier imbécil que intentara algo con ella, pero eso hacen los hermanos, ¿no?
No somos los más atléticos ni musculosos, pero nuestra apariencia nos da un ligero aire de rudeza como para que sus posibles pretendientes salgan huyendo sin siquiera poder acercarse a ella.

Además, ella no es tan alta como nosotros dos y eso nos vuelve más protectores, o eso asegura Khyan.

Adrie es una castaña de cabello largo en tono chocolate con mechones color avellana, piel bronceada y unos enormes ojos de un color que nunca he podido descifrar, a veces son azules, luego verdes y casi siempre tienen un toque ámbar que resalta mucho, estos adornados por unas pestañas rizadas y abundantes que hacen juego con sus cejas gruesas.

Y no puedo dejar pasar el pequeño lunar que tiene cerca de su labio inferior, a ella no le gusta, pero a mí me parece un buen toque en contraste con su enorme y reluciente sonrisa.

¿Y yo?

Eithen Khan, que soy como el hermano de en medio que siempre escucha con paciencia las historias de Khyan y acompaña –voluntariamente obligado– al centro comercial a Adrie.
Ella siempre dice que mi piel bronceada, mis ojos demasiado claros y mi barba que hacía juego con mi cabello oscuro, me hacen parecer como un príncipe árabe. Siempre le digo que exagera, pero ella insiste en ello.
Lo único que le desespera es que no puedo permanecer quieto sin que mis manos estén acomodando mi cabello una y otra vez, sabiendo que igual seguirá desordenado apuntando en todas direcciones.

Y Khyan siempre se queja porque, según él, nunca le saco provecho a mi ‘atractiva apariencia de chico malo y misterioso’, lo cuál me parece gracioso porque ninguna chica realmente me ha interesado de esa manera, por lo menos no ahora.