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Orillé el coche por un momento en cuanto tuve oportunidad y apagué el motor, sentía que me faltaba el aire y la cabeza comenzaba a darme vueltas.

Darian me preguntó si estaba bien, comenzó a llamarme por mi nombre una, dos, tres veces y cada una se escuchaba más lejana que la otra. Los oídos me zumbaban y no podía hacer más que sostener el teléfono, mirando la fotografía.

Había sido tomada desde un ángulo muy cercano, pero recordé que no había nadie en el estacionamiento, así que no me explicaba la toma.

¿Cómo demonios la habían conseguido? ¿Por qué? ¿Y quién haría algo tan enfermo? ¿Con qué intenciones? Asustarme, tal vez. Objetivo logrado.

Tomé mucho aire, inflando mis pulmones tanto como pude y exhalé nerviosamente.

—Creo que alguien me está acosando —solté de repente dirigiéndome a Darian, manteniendo la vista fija en la fotografía.

Mi voz sonó temblorosa, incluso a mí me sorprendió lo desconocida que parecía tan pronto salió de mi garganta.

Darian me observó en silencio, tal vez confundida ante mi repentina confesión. No la culpo.

—¿Ha pasado algo como para que lo creas? —preguntó dudosa.

Asentí y le entregué mi teléfono para que pudiera ver la fotografía. Sus ojos se ensancharon y analizó tantos detalles como pudo.

—¿Es el único texto que has recibido?

Me devolvió el teléfono y asentí.

—El único texto, pero ya había recibido un par de notas escritas antes de eso. No les tomé importancia a las notas porque creí que se trataba de algún tipo de declaración de amor o algo que hacen las chicas —le dije encogiéndome de hombros, tratando de ver más allá, buscando algún tipo de explicación.

—Pues esto no parece ninguna declaración de amor, debes llamar a la policía, Eithen —comentó. Su mirada tenía un auténtico tinte de preocupación, incluso miedo.

—¿Y decirles qué, Darian? —exclamé sintiendo la frustración cada vez más grande—. No tengo ningún dato o información que pueda decirme algo del sospechoso. Ni siquiera sabría por dónde comenzar.

Ella posó su mano sobre mi hombro, apretándolo apenas de una manera reconfortante. Suspiró con cansancio y asintió, entendiendo mi posición.

—No reacciones de manera agresiva, porque no sabemos quién está detrás de todo esto. Más vale no arriesgarte —me dijo dándome una mirada cálida, de apoyo.

Tomé su mano que estaba sobre su hombro para poder entrelazarla con la mía, sus dedos eran largos y finos, como el resto de su cuerpo. Su mano se sentía tibia, a diferencia de las mías, que todo el tiempo están frías.

Comencé a acariciar sus nudillos con mi dedo pulgar y la miré a los ojos.

—Lamento que todo esto haya arruinado nuestra noche, seguramente debes sentirte insegura estando conmigo ahora que sabes esto —solté con una risilla nerviosa y cansada.

Ella chasqueó la lengua y negó en un movimiento con la cabeza.

—Nada mal para ser el primer chico con el que salgo en una cita desde que me mudé a la ciudad. Además, a mi vida le hacía falta algo de intriga y emoción —murmuró alzando las cejas en un gesto seductor.

Cualquier chica con una pizca de cordura en ella habría salido corriendo después de enterarse de algo como lo que ella sabía, pero en cambio, ella parecía genuinamente preocupada e incluso me hacía sentir relajado ante la situación.

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